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sábado, julio 12, 2025

Mari Lú, Los silencios compartidos (5ª parte)

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Visitamos un par de bares, bailamos, reímos y platicamos sobre estos años. Tomamos muchas fotos del reencuentro. Y, oh sorpresa, apareció Agustín con un:

-Hola, ¿cómo estás?

El corazón de Mari Lú se fue al mil por hora, sintió el calor en sus mejillas, le sudaron las manos. Me mostró el mensaje, preguntándome si podría invitarlo, a lo cual respondí, por supuesto.

Recibí un mensaje de Agustín, preguntando si era pertinente ir, mi respuesta fue la misma que con Mari Lú. Llegó con una sonrisa distinta a la que recordaba, incluso su mirada era distinta, nos saludó y se sentó, pidió un sunrise. Disfrutamos esa noche, nuestra última noche, Agustín estaba comprometido con Carmen, pero eso no impidió tener una última noche de las caricias de Mari Lú.

Bebimos, cantamos, reímos, bailamos, Agustín disfruta bailar, un poco lento para mi gusto, pero sabe hacerlo, y fuimos a cenar, me dejaron en mi departamento, y ellos siguieron su destino.

A la mañana siguiente recibí una llamada de Mari Lú, muy emocionada por haber pasado la velada con el hombre al que ama. Tristemente para Mari Lú, Agustín ya no sentía los mismo por ella, hace mucho sus sentimientos cambiaron, no es que dejara de amarla, ya no había esa devoción, ésas ansias, tras su partida la vida de él perdió brillo, y se hizo un cabrón, pues en repetidas ocasiones le era infiel a Carmen. Hasta que decidió pedir su mano a Manolo, el padre de Carmen, y dueño de una concesionaria pequeña, pero rentable. Siempre quiso un varón, y veía a Agustín como un hijo, lo cual resultó muy conveniente para Agustín.

Buscó a Mari Lú unos meses antes de su boda, para concretar un encuentro, pero la carga de las actividades de Mari Lú, le resultó extenuante y no se vieron, además Mari Lú sabía que Agustín era otro – ¿a dónde había ido el joven poeta que la conquistó?

Por ese tiempo apareció Ernesto, otro exalumno que aparentemente se enamoró de ella, de un momento a otro y sin planearlo se convirtieron en amantes, lo cual llevó a Mari Lú a salir de su rutina, el sexo era distinto, creativo, con una sazón que Mari Lú desconocía, lo cual hizo la relación soportable con Neto. Neto no es como era Agustín, Neto intenta ser “sutilmente” posesivo, manipulador, “astuto”, intenta controlar a Mari Lú, con pequeños chantajes, que evidentemente Mari Lú sabe, pero para evitar algún momento incomodo decide guardárselo.

Haciéndole reclamos estúpidos. En su mente ellos son una pareja, y los que salen sobrando son Pepé y Raúl. Finge no darse cuenta de que no tiene cabida en la vida de Mari Lú, siendo demandante, en ocasiones asfixiante; el sexo es bueno, pero es lo único que los une, Mari Lú no disfruta en su mayoría la convivencia con él, sus conversaciones no la nutren como las de Agustín, él la estimulaba en todos los sentidos, y desafortunadamente no puede evitar compararlos todo el tiempo, recordar cada párrafo de su historia con él.

Ser una madre ejemplar, una esposa modelo, la nuera ideal, y esperar “amorosamente a Luisa”, la hija que tanto quiere Pepé, la que será la niña de sus ojos, mientras padece su auto exilio de la felicidad, y lo único que le queda es conformarse por ahora con ese remedo de amante.

 

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