Hay dos poblaciones en la sierra norte que siempre me han perturbado: Palos Nuevos y Palos Caídos. Ambas están, incluso, demasiado cerca una de la otra.
Los oriundos de Palos Nuevos son más felices que los de Palos Caídos (según una encuesta del INEGI). La razón parece obvia. Más adelante abundaré sobre este tema.
Vayamos primero a los datos duros. En Palos Caídos hay 163 habitantes, de los cuales el 33 por ciento es soltero.
Un dato revelador: el 2 por ciento de las viviendas tiene internet.
En Palos Nuevos hay 585 habitantes, de los cuales el 10 por ciento es soltero. El 75 por ciento de las viviendas tiene internet.
Llama la atención que los palonuevenses —gentilicio de los nacidos en Palos Nuevos— tengan una mayor demanda de internet pese a que viven a unos pasos de los palocaidenses. Un antropólogo que ha hecho estudios al respecto me confió que los oriundos de Palos Nuevos tienen mucho éxito en Tinder. Eso movió los índices. En cambio, los de Palos Caídos están muy desinteresados en todo. Eso abarca a internet. Según el INEGI, a los palocaidenses no les interesa el sexo (tampoco la vida). Sus niveles de infelicidad son alarmantes. Uno de cada diez habitantes se ha quitado la vida en los últimos años. Hay más suicidios que en Groenlandia, Rusia y Lituania.
En Palos Nuevos las mujeres jóvenes y maduras son más felices. Hay cinco mujeres por cada hombre. Un fenómeno ha llamado la atención de los especialistas en los últimos años: mujeres de Palos Caídos han emigrado en grupos a Palos Nuevos. Eso ha generado mayor competencia, según la encuesta del INEGI. Estudios informales hablan de que a cada palonuevense le tocan seis mujeres por cabeza.
Otro fenómeno notable tiene que ver con el fin de la fuerza sexual masculina. Cuando un hombre llega a su declive es trasladado a Palos Caídos de inmediato. De nada sirven los influyentismos. Una vez en Palos Caídos, sobreviene la infelicidad y, en consecuencia, el suicidio.
En una próxima entrega abundaré sobre estos dos pueblos extraviados en la sierra norte de Puebla.