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domingo, diciembre 8, 2024

Los migrantes poblanos; dos visiones

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Entre claroscuros se definen a los paisanos de la franja de la Sierra Norte que viajan en busca del sueño americano. Sin embargo, hay cada vez mayor esperanza por alcanzar el famoso sueño verde. Los últimos datos dados a conocer por parte de Presidencia de la República en torno al aumento de las remesas que llegan a nuestro país reflejan un alto grado de interés por migrar.

Uno de los municipios con mayor índice de poblanos que viven en varios estados de la Unión Americana es Pahuatlán. El lugar donde se han asentado es Carolina del Norte, sin embargo, hay otros lugares donde se les encuentra. En este sitio los San Pableños han llegado a convertirse en verdaderos empresarios, no solamente los que se hicieron expertos al paso del tiempo en construcciones y otras tareas; mención aparte merecen los panaderos que con la técnica adquirida revolucionaron el gusto por el pan. Ya hasta se dan el lujo de dar empleo a quienes llegan de muchos lugares de México, posibilitándoles la estancia durante un buen tiempo.

Cuando me tocó por suerte estar por San Pablito en el acompañamiento de la búsqueda de su marca colectiva –de los artesanos que elaboran papel amate– ante el IMPI, 1,500 permanecían en ese lugar. Cifras confiables me dicen que hay más de 5,000 actualmente. Con ello el lector se puede dar cuenta –si visita este paradisiaco lugar de San Pablito– de una construcción acelerada en los últimos de casas (eso si ya con el estilo gabacho).

Hago un paréntesis en este artículo para decir que es una tierra muy querida por sus habitantes, es decir, que cuando llegan visitantes queriéndoles robar su técnica –dicen– alertan a la comunidad entera. Un dato aproximado es que hay en la actualidad más de 700 talleres familiares de papel amate. También es una tierra de chamanes o curanderos como les llaman y en el mes de abril portan sus antiquísimos trajes de huehues y pueden los visitantes acudir con los mayordomos a degustar los platillos típicos del lugar. Después de esta perla de datos, prosigo.

Hay una minoría que no logran concretar el sueño americano. Unos se quedan a medio camino, sean abandonados por los famosos polleros respaldados por el tráfico de personas; porque son asesinados o porque simplemente se encuentran como desaparecidos engrosando la penosa lista de ellos en el ámbito nacional.

Lo cierto es que no hay familia en México que no tenga un familiar, un conocido o un paisano en Estados Unidos. Unos como grandes empresarios y otros más viviendo el día a día –que para nada es comparado con el día a día mexicano–.

Y aquellos que la intentaron e intentaron y se quedaron. Les comparto unos párrafos de un relato de uno que se quedó; lea un frustrado paisano:

“Después de quince días en mi tierra intenté regresar. La primera vez el pollero me abandonó en pleno desierto. Me deportaron y empezaron a armar mi primera ficha. La segunda solo llegamos a los límites con Estados Unidos y el propio pollero nos regresó. La tercera logramos cruzar, sin embargo, una acompañante joven se delató en un paradero. Al salir del baño la interrogaron y, aunque ella dijo que iba sola, la hicieron confesar. Tuvo que llevar a los de la migra hasta donde estábamos. Segunda ficha”.

“Ya para la cuarta ocasión nos hablaron de un método más sofisticado, de un grupo de polleros que te cobraban el triple de lo normal, pero que era un éxito casi seguro. ¿En qué consistía? Te elaboraban una visa, obviamente falsa. Me tomaron una foto no sin antes depilarme bien la ceja, quitarme el bigote y me pegaron las orejas a la piel, nunca supe si fue con Kola loca u otro adherente más fuerte.  Cruzamos sin problema. Los migras revisaron la documentación y nos preguntaron algunas cosas en inglés que ya habíamos aprendido en las dos semanas de práctica con los polleros”.

“…Ya en suelo americano hasta respirábamos tranquilos, cuando una patrulla de ese país nos alcanza y detiene. Solo es una revisión de rutina, dijeron. Nos trasladábamos cuatro más el chofer. Nos preguntaron hacia dónde íbamos, qué haríamos, etcétera. Sin titubear contestamos hasta que le preguntaron a una compañera y en lugar de decir: Margarita Barrios, que era el nombre ficticio, dijo Elizabeth Montes ¡Pfff! Nos llevaron directo a unos separos donde ven en las computadoras todo tu historial; así no les puedes engañar. Allí vieron que ya llevaba yo algunos fichajes y me llevaron por varios días a unos como invernaderos con temperaturas de hasta setenta grados donde solo te dan agua y galletas. Me dijeron que el juez iba a determinar mi situación: si me dejaban en las cárceles durante siete meses o me regresaban. Yo les dije que estaba enfermo y tomaba medicamento para la diabetes, cosa fácil de creer por mi grado de desnutrición. Les expliqué que en mi primera estancia comía pura chatarra, refrescos y todo rico en azúcares”.

“Esperé pacientemente la decisión del juez. Mis compañeros ocasionales me decían: ‘no, paisano, tú ya te vas a quedar bajo la sombra unos buenos meses’. Al tercer día me dijo el vigilante: ‘tienes suerte. El juez consideró tu enfermedad y te vas libre, pero a México’. Así fue como no alcancé el sueño americano”.

O el más reciente y trágico hecho sucedido hace unos días en el que un grupo importante de mexicanos perdieron la vida al interior de una caja de un tráiler; según algunos datos fueron 22 de 50 que iban, ya que los demás eran de otra nacionalidad. Bueno aun siendo uno, morir en esas condiciones es realmente deplorable.

Finalmente hay un tema del que me ocuparé en otra entrega de El Baúl, que tiene que ver con todo este contexto que se vive diariamente:  El programa “Permanecer en México” o “Remain in Mexico” se dio a conocer de manera oficial el jueves 20 de diciembre de 2018.

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