El pasado domingo hubo elecciones en toda la república mexicana. En la zona norte de Puebla fue singular la participación. Los agoreros advertían que no asistirían los votantes para definir a los nuevos ministros y ministras. Llegué a la casilla donde me correspondía votar. Las 4 mamparas de votación estaban ocupadas, otras 3 personas en espera, una señora de la tercera edad tardó en sufragar y al salir expresó: estaba enredado, pero logré votar. Eran las 9.10 de la mañana, estaba lenta la afluencia de votantes en comparación con las elecciones tradicionales.
Los partidos postularon candidatos, aunque sin mencionarlo explícitamente; después sus dirigentes nacionales llamaron a no votar, una gran paradoja. A nivel nacional fue un ejercicio inédito. La propuesta fue de elegir más de 2,600 jueces y magistrados, de entre más de 7,700 candidatos.
En esta elección algo campeó -hablando en términos regionales- desde antes de que se anunciara quienes participarían. Lograr que los jueces y ministros fueran cambiados fue lo que se esparció por el pueblo. Gente de a pie estaba harta de las tropelías, familiares encarcelados injustamente, mujeres acusadas de la misma manera, etcétera.
Pudieron tal vez no conocer a fondo a los que resultaron ganadores, pero decían que ni falta que hacía querían un cambio, el hartazgo era evidente.
Hay quienes estaban muy reacios al proceso, particularmente los del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que junto con empresarios deudores léase EL TIO RICHI iniciaron una difusión para NO votar. Varios medios de comunicación hicieron lo propio, los comentaristas nacionales que están en contra de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, quienes pareciera que lo hacían como una receta ensayada. Quien se atrevió más allá fue el dirigente del PRI, quien asegura que acudirá a instancias internacionales para denunciar…sic.
Le reviró la presidenta para recordarle que ni con las prerrogativas que les otorga al PRI, pudieron ellos arribar una cantidad de votos como los 13 millones de votantes que participaron en la pasada elección y que es de pena ajena el hecho de que no fueron capaces de inducir a sus agremiados a revertir lo vivido.
Es cierto que fue un proceso difícil, tal vez no tan entendible como otras elecciones, sin embargo, si logró despertar el interés de muchos ciudadanos y las cifras están a la vista.
Dirían en el pueblo palo dado ni Dios lo quita.
Así Hugo Aguilar Ortiz un indígena oaxaqueño se vislumbra como el próximo presidente de la suprema corte de justicia y ya aquellos agoreros de los que hablaba ya le hacen fuchi.
P.D. Los ánimos se caldearon en el senado y en el altercado NORONA – ANAYA, en el que este último dijo que a la suprema corte la hicieron mierda, hubo de todo.
LA ELECCIÓN DEL NUEVO
PODER JUDICIAL
Siento una gran frustración
como nunca había vivido
no encuentro ni un conocido,
que repita la canción
será que quedo rabón
el presupuesto ejercido
el INE lo ha consumido,
muy escasa la campaña
que los que toman champaña,
con su fracaso te mido.
