Giorgio Vasari nace en Arezzo, Italia en 1511, vive 63 años, conoce a Miguel Ángel Bounarotti, cuando él prepara su viaje a Roma.
Giorgio tenía 8 años cuando muere Leonardo Davinci, 9 años a la muerte de otro de los grandes, Rafael Sancio.
Llegó a mis manos el libro Nacidos bajo el signo de Saturno, de los escritores Rudolf y Margot Wittkower. Narra el genio y temperamento de los artistas desde la antigüedad hasta La Revolución Francesa, su fuente de información central es La vida de los artistas de Giorgio, una recopilación de los más grandes pintores y escultores del siglo XVI, publicado en 1550.
Giorgio en su juventud había decidido “jamás huir de ninguna fatiga, incomodidad, desvelo y pena” con el fin de conseguir a través del trabajo y estudio diligentes una parte de aquella grandeza y rango que han alcanzado tantos otros.
Años antes, Brunelleschi y Donatello visitaron Roma, buscaban la grandeza arquitectónica, encontraron trozos de capiteles, columnas, cornisas o cimientos de edificios; Giorgio realizó la misma tarea, en compañía de Francesco Salviati:
“No quedó nada en Roma en aquella época, ni en Florencia… que no dibujara en mi juventud, esculturas, obras arquitectónicas, dibujé la bóveda y capilla de Miguel Ángel, de Rafael, copiaban los dibujos por la noche.
Los Medici fueron los mecenas de estos grandes artistas y sin duda la iglesia.
Miguel Ángel crea la escultura más grandiosa del renacimiento El David, tardó 3 años en esculpirla, se convirtió en un símbolo contra la tiranía. El Papa Julio II contrata a Miguel Ángel para que pinte la Capilla Sixtina.
Miguel Ángel no era pintor, tenía 24 años cuando emprendió esa monumental obra que representaba la creación del sol, la luna y los planetas, la separación de la luz y las tinieblas, la historia de la creación del mundo según la Iglesia Católica.
La obra de Giorgio invita a conocer las esculturas de Donatello, ubicadas en iglesias y museos en Florencia, del gran Miguel Ángel, de las obras de él mismo, pintó la cúpula de Brunelleschi, pintura de su mecenas Lorenzo de Medici, pintura de los seis poetas, La Anunciación.
“No se espera que deba morir ya nunca, dice de Miguel Ángel, sus inmortales obras, no lo dejarán morir”.
