La exalcaldesa de Puebla Claudia Rivera Vivanco no tiene defensa jurídica alguna. Las anomalías, el daño patrimonial y las observaciones de la Auditoría Superior del Estado son tan impecables como demoledoras.
La titular del organismo Amanda Gómez Nava —Dama de Hierro del barbosismo— llegó a darle forma a una auditoría que estaba pendiente, porque el mafioso Francisco Romero Serrano trabajaba bajo la mesa para la expresidenta municipal y para otros ediles corruptos, incluidos los priistas a quienes daba atención personalizada en el edificio de la diagonal.
Pero el principal factor que siempre cobijó a Rivera Vivanco fue político.
Desde la Ciudad de México Citlalli Hernández y Bertha Luján Uranga abogaban por “la inocente niña víctima de infundios y calumnias”.
Sin embargo, en semanas recientes se acabó el mito, se derrumbó la farsa del liderazgo y Claudia quedó exhibida por su inoperancia y una debilidad extrema.
Como si fuera la demolición de un edificio, el castillo de baraja española de Claudia se desmoronó en unas semanas.
En Puebla nadie la sigue porque nunca tuvo un verdadero liderazgo.
Sin la protección que le deban sus madrinas nacionales la señora quedó descobijada y hoy muestra su verdadera estatura.
Claudia y los Kennedy del barrio de San Miguelito —el clan en que todos se sienten políticos— ni siquiera pueden ganar su propio seccional, sin el aparato de la nómina municipal a nadie convocan.
La señora es impresentable; no se puede sentar en un café del Centro Histórico de Puebla porque las rechiflas y expresiones serían impublicables.
Todavía no se da cuenta, pero esa debilidad extrema es el preámbulo que permitirá que avance el proceso administrativo y penal en su contra.
Nadie saldrá en su favor. Solo un pequeño grupo de tuiteros sin influencia, ni resonancia tratarán de defenderla. Pero son iguales que su jefa, nada representan y a nadie convocan.
Estamos ante el principio del fin de Claudia.
EN TEHUACÁN POLICÍAS MUNICIPALES PREPARAN UNA REVUELTA
En Tehuacán está a la vista otro conflicto en la Policía Municipal. En horas recientes en los celulares de los uniformados comenzó a circular un texto en el que arremeten contra Bibiano Rigoberto Burgoin García, elemento de la Policía Estatal y quien hace las funciones de mando en toda la zona.
El problema de raíz es que desde 2011 —en el arranque de la industria criminal del huachicol—, se permitió que la corporación fuera adquiriendo todas las mañas habidas y por haber. Actualmente, cuando ven menguada su influencia preparan protestas y marchas contra los jefes incómodos.
Aunque los municipales se han vuelto mañosos lo cierto es que tienen un poco de razón.
Efectivamente, Bibiano Rigoberto Burgoin García y el inspector Cornelio Meneses González, ambos de la Policía Estatal, están haciendo un pésimo papel.
Su estrategia estriba en agarrar a ladronzuelos de tiendas Oxxo, pero en las semanas que han operado no detienen a un solo jefe narcomenudista. Ni uno solo.
En la llamada “ciudad de las granadas” en cualquier momento habrá un fuerte enfrentamiento armado entre esas bandas.
Los cabecillas del narcomenudeo salen a las calles en grupos de seis u ocho sujetos como guardaespaldas, pero no es para cuidarse de los uniformados, en absoluto.
Ahí en el terreno de las corporaciones ya se “arreglaron” con alguien.
Las verdaderas pugnas son entre los grupúsculos de vendedores de narcóticos que en este momento mantienen una tregua; no quieren hacer ruido, se mueven sigilosa, callados.
Pero es claro que están sentados sobre un polvorín; bastará una chispa para que estalle el conflicto entre células de delincuentes.
La otra faceta del problema son los consumidores, los adictos que para comprar las dosis que requieren se dedican al robo, a los asaltos y muchos productos del hurto terminan en las casas de empeño que han proliferado en Tehuacán.
Desde la pandemia se triplicaron esas casas. En los meses críticos una persona ofrecía su motocicleta a cambio de un tanque de oxígeno, pero como no lo consiguió, mejor empeñó su unidad.
Pero ahora son los sitios donde terminan pantallas, modulares, bocinas, bicicletas y cascos de ciclistas y un largo etcétera. Todo lo que han robado en domicilios termina en esas casas de empeño a las que nadie toca.
Sin duda es un escenario complicado y con muchas facetas.
Como siempre quedo a sus órdenes.