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jueves, mayo 15, 2025

Le fabuleux destin de moi-même III. Roxanne

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Fueron tres meses de espera antes de que Jimmy pudiera obtener su pasaporte para venir a buscarme, tal como prometió y como había decidido desde el día uno. Así, sin rodeos.
Le preguntaba yo, hipócrita lector, si creía usted en el destino.
Porque mire: conforme nos íbamos conociendo más, nos dábamos cuenta de que andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos para encontrarnos. Ay, Cortázar… ¡qué cosas dices!
Déjeme contarle. Ese bendito viaje donde lo conocí lo había planeado dos años antes. Pero ya ve cómo es la vida… Iba a ser en septiembre de 2017, pero pasó el sismo en México. Cambio de planes: octubre. Luego que si los vuelos estaban más baratos en noviembre… pues órale, un mes más de espera. Total, nada nos urgía.
Cuando le conté a Jimmy todos esos cambios, me miró con cara de gurú caribeño y dijo:
—Era para que nuestros tiempos se alinearan.
Y yo:
—Oye, sí.
Él no tenía pensado estar en París. Llegó allá porque, tras sobrevivir al huracán Irma, el Ejército evacuó a los damnificados y los dispersó por distintos hoteles de Francia. A Jimmy —mire qué puntería— le tocó justo donde yo me hospedaba. Y, por si el guión lo exigía, ¡en el mismo piso!
Pero ya no le hago el cuento más largo. Nada más permítame contarle esto:
Para mi francesito, yo fui un aliciente después de perderlo todo. Porque el huracán no solo se llevó su trabajo, su casa y su patrimonio: también casi se lo lleva a él.
Y antes de Irma, ya había enfrentado una pérdida irreparable: la muerte de Roxanne, su hija de diez meses, por una infección estomacal mal atendida. De ella era el osito de peluche que él conservaba… y que terminó en mis manos cuando nos conocimos. Lo único que pudo rescatar de los escombros.
A partir de la muerte de Roxanne, a Jimmy le costó volver a comenzar, y en cuanto lo logró… el paso de Irma le vuelve a quitar todo.
Su idea —antes de que yo me cruzara en su camino— era regresar a la isla y empezar de cero. Pero le gusta pensar que, en realidad, fui yo quien lo rescató. Que gracias a mí, su vida volvió a tener sentido.
Y mire qué bonita postdata le puso el destino a esta historia: exactamente un año después de que Jimmy pisara suelo mexicano —el mismo día, el mismo mes que le sellaron el pasaporte— nació nuestro hijo.
¿Apoco no está de postal?

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