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viernes, abril 25, 2025

¿Es Trump un nuevo Gorbachov?

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Mijail Gorbachov fue el último dirigente de la hoy desaparecida Unión Soviética. Sus acciones redefinieron la ruta histórica de la era contemporánea e implicaron un cambio total en los equilibrios de fuerzas y en la composición de las relaciones en los ámbitos político, económico y militar. Gorbachov en la Unión Soviética llevó a cabo una serie de reformas internas sin la pericia, la prudencia o la visión política suficientes para llevarlas a buen puerto como sucedió en China. Hoy en muchos aspectos se puede apreciar que Donald Trump está minando las instituciones que hace décadas se construyeron y sobre todo, hace crujir las instituciones y las costumbres que ellos mismos nos hicieron creer indestructibles e irrefutables, y hay tres aspectos básicos para entender esta ola de cambios que se presentan y que están transformando hoy la realidad que vivimos tal y como ocurrió a finales del siglo XX con la desaparición del bloque socialista. 

  1. POLÍTICA INTERIOR.

Los principios fundamentales de una país son los valores que dan motivo para crearla, por un lado, en el caso de la URSS el sistema de democracia unipartidista, el modelo de propiedad estatal de los medios de producción, la doctrina de la dictadura del proletariado, la economía planificada y centralizada, el control del Partido Comunista respecto a las publicaciones en libros, diarios, noticieros o inclusive en la cátedra, en la URSS de finales de los ochentas empezaron a desmantelarse con la Glasnost y la Perestroika de Gorbachov, lo que sacudió desde los cimientos el orden interno establecido. Por el otro lado, los Estados Unidos siempre presumieron su respeto a las libertades como la de prensa la de expresión, la división de poderes y su respeto absoluto a las instituciones, como el poder judicial o la soberanía de los estados integrantes de la unión, inclusive se dedicaban a satanizar, desestabilizar, sancionar o hasta invadir a los países que no llevaban a la práctica estos mecanismos. 

Hoy con Trump eso se desmantela, rechazando la institucionalidad, haciendo caso omiso a los jueces, como en los casos donde éstos ordenan las repatriaciones de ciudadanos deportados, desacatando la orden de detener la aplicación de la Ley de Enemigos Extranjeros y los vuelos de deportación, pidiendo la destitución de cualquier otro juez que se interponga en sus planes. En el caso del Congreso es igual, donde congela cientos de millones de dólares en subvenciones y gastos autorizados por el Congreso, y que sólo éste podría modificar. También ha tenido enfrentamientos directos con gobernadores y los ha amenazado públicamente, como el caso de Maine o de Nueva York. 

En lo referente a la libertad de expresión, Trump hoy restringe a Associated Press, demandó a CBS y amenazó a la ABC, inició investigaciones contra cadenas como la NBC o PBS, asimismo ha amenazado a editoriales y medios en general en aplicar demandas contra quienes usen “fuentes anónimas”. Esto era impensable en los Estados Unidos, puesto que la libertad de expresión es uno de sus pilares ideológicos, e inclusive bajo ese pretexto, y proclamándose como los inmaculados defensores de los derechos humanos en el mundo, han acusado y sancionado a diversos países por no respetar ese derecho. 

Trump también se ha metido en la libertad de las universidades, le ha congelado a Harvard más de dos mil millones de dólares de fondos federales por no ceder a la exigencia de cambiar su sistema de admisión de alumnos y sus programas educativos además del envío de auditores para el profesorado y supervisores para el alumnado para controlar los “puntos de vista”. 

Aunado a las amenazas y ataques que Trump ha hecho contra el jefe de la Reserva Federal, su intento de volver a reelegirse, o el autoproclamarse rey, lleva a los Estados Unidos a una crisis que demuestra a sus ciudadanos la debilidad de sus propias instituciones, las creadas para mantener y controlar el equilibrio de poder y garantizar una democracia republicana, apegándose sin reserva alguna a una autocracia.  

  1. ÁMBITO ECONÓMICO.

Los Estados Unidos fueron siempre promotores del neoliberalismo, le dieron a las mercancías y a los capitales más facilidades de tránsito que a la humanidad misma. Exportaron su sistema y le dieron a la mano invisible del mercado un enorme poder sin regulación o restricción alguna. En eso se basó la economía mundial desde la década de los ochenta, donde se promovieron las zonas de libre comercio, los bloques económicos, la desaparición de restricciones y aranceles, y se generó la integración y la interdependencia de los países sobre todo en el ámbito económico, permeando obviamente en ámbitos como el tecnológico o el cultural. En una palabra: globalización. 

Cuando existía, el bloque socialista había generado un bloque común de comercio basado en otro tipo de principios como la equidad en el intercambio, la prioridad de exportación a los recursos y las producciones de cada país, generando una comunidad llamada CAME (o COMECON): El Consejo de Ayuda Mutua Económica, integrado por países de economía planificada estatal. Ante las reformas de Gorbachov, la economía soviética fue demoliendo progresivamente la intervención estatal, la propiedad social y la planificación centralizada, influyendo en los países del bloque socialista para hacer lo mismo, lo que terminó por la desaparición del CAME y la entrada de todos esos países al mercado global, por supuesto, con toda la ayuda metodológica y financiera de occidente. 

La globalización, mediante los mecanismos y reglas que el mundo industrializado impuso, con Trump cruje. Los países en vías de desarrollo comienzan a caer en la desesperación, y las grandes potencias velan sus armas económicas. La política económica de Trump está haciendo colapsar los principios neoliberales al integrar regulaciones y aranceles a todos los países del mundo, haciendo que éstos comiencen a aplicar las mismas estrategias, matando por reacción en cadena al neoliberalismo. Trump, al imponer sanciones y tarifas a las empresas que, aunque sean de su propio país, maquilan en otro, y con las tarifas de importación busca que la planta industrial estadounidense y los capitales regresen al interior de sus fronteras para así generar el empleo y la producción que se fueron yendo paulatinamente, según alega, por las políticas neoliberales. Muestra también revanchismo cuando dice que todos los países del mundo se aprovecharon de los Estados Unidos y que todos los países del mundo existen y tienen lo que tienen gracias a ese abuso contra los Estados Unidos. El paso del neoliberalismo a una especie de neomercantilismo está en marcha, es irreversible y el hecho es que el neoliberalismo ha sido liquidado por sus propios promotores. Así como Gorbachov en su momento, Trump está dinamitando desde las propias entrañas las reglas con las que se desenvolvía la economía, demostrando que las instituciones económicas, los tratados internacionales y las alianzas comerciales no eran tan sólidas. 

  1. ÁMBITO MILITAR Y GEOPOLÍTICO.

En los tiempos de la guerra fría había dos grandes bloques de poder geopolítico, cada bloque con sus instituciones, sus alianzas y sus acciones para extenderse en lo político, en lo económico y en lo militar. Cada bloque creó alianzas militares: la OTAN y el TACAM (o Pacto de Varsovia), este último disuelto en 1991 tras la política exterior de deshielo, coexistencia y desarme de Gorbachov (con la incidencia de su principal asesor, el anticomunista Aleksandr Yakovlev, arquitecto de todas las políticas de la Perestroika y la Glasnost). 

Trump (con la incidencia de su principal asesor, el sudafricano Elon Musk), ha planteado en diversas ocasiones la intención de abandonar la OTAN y no seguir gastando en asumir la defensa de Europa como propia, pretextando que los países europeos se habrían aprovechado de los Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Pero no para ahí, la amenaza de robarse Groenlandia, amenazando con eso de manera directa a un país aliado de la OTAN como lo es Dinamarca, y el sobajar a sus aliados tradicionales, y hasta hace poco inamovibles como Francia o Reino Unido en temas en los que se han ido distanciando (como el de la guerra de Rusia contra Ucrania), quebranta de manera definitiva esa unidad, y la hegemonía que imponía Estados Unidos bajo su liderazgo para que se impusiera su voluntad en temas como sanciones económicas o hasta invasiones militares conjuntas. Hoy Europa plantea seriamente en hacer una alianza continental propia, previendo inclusive una defensa común contra Estados Unidos. Al socavar esta monolítica unidad que parecía imposible quebrantar (solamente posible desde adentro), también se demuestra que su amistad y sus alianzas no son confiables como acaba de declarar Mark Carney, el primer ministro de Canadá. 

Más allá del juicio de valor que se pueda hacer sobre el papel histórico de Mijail Gorbachov, es irrefutable que sus acciones reconfiguraron el mundo, lo cambiaron completamente, demostró que algo que nos puede parecer inamovible, o hasta perpetuo sí puede ser reformado o incluso destruido, y que en muchas ocasiones sólo puede ocurrir si estas acciones se generan desde adentro, eso mismo sucede hoy con el papel que están desempeñando los Estados Unidos con Donald Trump al timón al igual que Gorbachov amenaza el orden existente, mina irreversiblemente la confianza de sus aliados naturales y con eso el papel hegemónico que Estados Unidos ejerció desde el fin de la guerra fría socavando los cimientos del orden que ellos mismos habían impuesto al mundo, provocando cambios profundos en el mapa de los pesos y las relaciones, pero sobre todo trastocando las instituciones y preceptos que los estadounidenses han mantenido y presumido como modelo a seguir. Cambios que marcan un punto de no retorno (como ocurrió en su momento al final de la guerra fría), y que nos obligan a pensar que estamos otra vez en el umbral de una nueva etapa histórica que está por comenzar. 

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