El antecedente de esta propuesta que pretende cerrar el círculo virtuoso entre animal, humano y máquina, alejándolo de uno vicioso, es el estudio del Laboratorio de Cómputo de la Universidad de Vermont, publicado en 2016. Se inspira en una idea del escritor Kurt Vonnegut, autor de Cat´s Cradle y Mother Night, quien a mediados de la década de 1940 presentó una tesis académica bajo el título de“Las formas de las historias”, la cual fue rechazada, según sus propias palabras, “por simple y por parecer demasiado divertida”. En ella analizaba las curvas o “arcos emocionales” de las historias, haciendo notar que había una gran similitud, por ejemplo, entre la Cenicienta y los orígenes de la historia de la cristiandad en el Antiguo Testamento.
Andrew Reagan y el equipo de investigadores de la Universidad de Vermont tomaron la tesis de Vonnegut con objeto de realizar su estudio. Para ello analizaron los patrones de las fluctuaciones emocionales de unos 1700 libros en lengua inglesa que contuvieran entre 10000 y 20000 palabras, y más de 150 descargas en la web del Proyecto Gutenberg. A partir de ahí realizaron un análisis de los sentimientos y crearon gráficas del índice de felicidad de los protagonistas, tomando fracciones de 10000 palabras. Al describir los cambios emocionales que se producían en cada historia, encontraron que existen seis estructuras básicas correspondientes al viaje emocional de los protagonistas. Las novelas más complejas combinan varios de estos arcos, ya sea en el mismo personaje, o en diferentes sujetos.
Dichas curvas emocionales son las siguientes. Crecimiento sostenido, también conocido como “de los andrajos a la riqueza”. Un ejemplo es Las aventuras de Alicia, de Lewis Carrol. Tragedia o caída sostenida, aunque también podríamos llamarlo “de mal en peor”. Ejemplos son Romeo y Julieta, de William Shakesperare, y La Metamorfosis, de Franz Kafka. Caída y ascenso, es decir, el personaje en el agujero del que hablaba Vonnegut. Ascenso y caída. Un ejemplo clásico es el de Ícaro. Ascenso-caída-ascenso, cuya obra característica es el cuento de la Cenicienta, si bien algunos señalan la novela de Charlote Brontë, Jane Eyre. El sexto arco describe una caída, un ascenso y un nuevo descalabro. Ejemplo es la tragedia de Edipo rey.
Vale la pena hacer notar que, sin importar el argumento global de la historia, la trayectoria de la mayoría de los súper héroes seguiría la curva del “personaje en el agujero”, mientras que los villanos estarían en la categoría opuesta, como Ícaro. La idea del análisis de los sentimientos se apoya en el supuesto de que todas las palabras tienen un impacto emocional positivo o negativo en las personas. Así que lo escrito se puede emplear para medir las fluctuaciones y polaridades emocionales dentro de una historia.
La correlación entre el número de descargas y los seis arcos también ha permitido saber cuáles son los más populares. Al parecer los arcos que más gustan son los de Ícaro y Edipo, así como los más complejos, que combinan de forma secuencial el personaje en el agujero y la Cenicienta, seguidos de una tragedia.
No debemos confundir tales arcos emocionales con las estructuras narrativas, ya que los primeros están basados en los sentimientos que provoca el lenguaje utilizado y no en los detalles de las historias que afectan el desarrollo narrativo. Los arcos emocionales se basan en el impacto emocional positivo o negativo que provocan las palabras. Por ejemplo, pobreza, muerte o castigo nos empujan hacia un sentimiento negativo, mientras que amor, paz o amistad, despiertan sentimientos positivos.
En su artículo los investigadores de Vermont explican que “nuestra habilidad comunicativa descansa en parte sobre una experiencia emocional compartida, con historias que a menudo siguen trayectorias emocionales y patrones que nos resultan significativos”. Más adelante, aseguran que en la ciencia damos forma a las ideas que mejor se ajustan a nuestra experiencia a través de principios como la navaja de Occam: la historia más simple es la que deberíamos creer. Tendemos a preferir historias que encajan en los moldes que nos resultan familiares y rechazamos narrativas que no se alinean con nuestras experiencias. “A través de la identificación de motivos, la teoría narrativa nos permite analizar, interpretar, describir y comparar historias sobre culturas y religiones del mundo”, concluyeron.
Se calcula que el GPT-3 conoce unos 500 mil millones de palabras. Sus rivales de Microsoft y Google están muy lejos de ello, así como de “digerir” semejante volumen de manera racional, creativa y humorística, capaz, incluso, de mentir o jugar espontáneamente con frases sin sentido. Aun así, queda un largo camino para el momento culminante: el día en que este sistema o ente cibernético pueda soñar.
En el motel de la tribu seneca me entero de que sus antepasados mantenían una relación intensa, cotidiana con el ámbito onírico. Los sueños y su interpretación eran vitales para prosperar en esta tierra. ¿Llegaremos a ver el día en que una inteligencia artificial transite entre lo simbólico y lo real, y esté dispuesta a contarnos sus aventuras oníricas? El camino está abierto.