Por allá en 2007 se publicó nuestra ley para garantizar a las chinas poblanas vivir libres de violencia en todas sus dimensiones; la intención fue desaparecer las conductas que pretendieran dañarlas en aspectos físicos, psicológicos, y en el ejercicio de todos sus derechos, incluidas las oportunidades equitativas de ingreso al servicio público.
Actualmente es común ver en nuestras redes sociales discursos recurrentes de las fuerzas políticas asegurando que la mujer va primero, pero que sea una realidad, por lo menos en lo electoral… para mí es cuestionable. Me explico.
La paridad de género “garantiza” que en todas las elecciones a cargos de elección popular el 50 por ciento de las candidaturas serán para mujeres.
Fácil. Si un partido político tiene cuatro candidaturas para diputaciones, resulta indiscutible que dos serán ocupadas por ellas.
¿Y qué pasa cuando estamos por ley ante una sola candidatura, como la gubernatura?
Un partido no puede postular a dos candidatos a gobernador, sino a uno solo para que participe, a su vez, con las otras fuerzas políticas.
Al mismo tiempo, la ley no obliga a que en cada proceso electoral todos los partidos asignen dicha candidatura de forma alternada entre hombres y mujeres, vaya, que en una elección sean solo candidatas y en otros candidatos; sencillamente guarda silencio.
¿Pruebas? Sin considerar encargados de despacho, de siete gubernaturas a partir de 2007 la mujer solo ha ocupado una de ellas, lo que a todas luces es desproporcional.
Aclaro que ser hombre o mujer no está peleado con la capacidad, pero si la intención de la ley es que cuenten objetivamente con las mismas posibilidades para acceder al cargo de gobernador ¿Entonces cómo le hacemos?
Según se dijo, la ley no impone que esa oficina sea ocupada por un hombre y una mujer alternadamente cada seis años, pero sí que los partidos políticos sostengan esa dinámica al elegir a sus candidatos, pues así siempre existirá posibilidad real de que tengamos una mujer en la boleta, y por tanto gobernadora. Para mejor exposición:
Bajo esta lógica, si garantizáramos verdaderamente a la mujer vivir una vida libre de violencia, en este caso política, los partidos deben postular en 2024 a un hombre o a una mujer alternadamente, en función del orden que ellos mismos han definido históricamente:
Por tanto, el próximo candidato a la gubernatura de los tres partidos políticos expuestos debe ser mujer, pues solo han antecedido hombres.
Ello, pues tanto es derecho (1) de todos los poblanos contar con una gobernante con la que se identifiquen políticamente, como también lo es (2) de las propias militantes de un partido el tener una posibilidad real de contender por un cargo público, como expectativa legítima a la que finalmente aspiran al momento de sumarse a sus filas.
Y todo esto … porque el avance de la equidad deber ser una realidad palpable: una china poblana al mando será siempre reflejo de un Puebla inclusivo y equitativo.