Lo peor está por venir.
Esa fue la conclusión más cruel y certera que sacó Emmanuel Macron, el presidente francés, de su más reciente conversación con Vladimir Putin, el tirano, el monstruo ruso.
Pero lo que no nos dijo Macron fue precisamente eso, qué significa, en qué consiste lo peor.
¿Qué es lo peor?
¿Cómo se puede estar peor?
***
Da igual que no nos lo haya dicho.
Lo imaginamos.
Esa palabra de apenas cuatro letras nos destruye, nos hunde, nos ahoga siempre.
Taladra nuestra consciencia.
De lo peor no se puede esperar nunca nada bueno.
Nada.
Bueno, sí, de lo peor solo se puede esperar lo peor.
Desde el 24 de febrero, el primer día de la invasión rusa a Ucrania, hemos sumado montón de ejemplos de lo peor.
¿Pero hay algo peor que la muerte de inocentes, de niños, de mujeres, de viejos que han sobrevivido y cargado durante toda su vida con los horrores de la guerra?
¿Hay algo peor que la destrucción de barrios enteros, de hospitales, de escuelas, de tu oficina, de la bodega en la que diariamente trabajabas?
¿Hay algo peor que encontrar destruida tu casa, tu jardín, tu calle o tu plaza?
¿Hay algo peor que ver tu pueblo arrasado por armas que jamás habías visto, por balas, misiles o bombas poderosísimas?
¿Hay algo peor que el fuego a tu alrededor?
¿Hay algo peor que estés secuestrado y amenazado en tu propia tierra?
¿Hay algo peor que el enemigo ahora controle tu vida y la de los tuyos?
¿Hay algo peor que quedarte sin luz y gas en el durísimo invierno europeo?
¿Hay algo peor que la oscuridad?
¿Hay algo peor que no tener medicinas?
¿Hay algo peor que no tener nada para comer?
¿Hay algo peor que asomarte al horror de día y de noche?
¿Hay algo peor que abandonar a tus hijos, a tu mujer, a tu familia entera, a tus amigos?
¿Hay algo peor que separarte de gente a la que amas?
¿Hay algo peor que vivir rodeado por el pánico, el terror, o el miedo?
¿Hay algo peor que escapar, que huir con lo único que te queda: la vida?
¿Hay algo peor que destruyan tus planes, tus metas, tus sueños, el futuro?
¿Hay algo peor que tu enemigo alerte a sus fuerzas nucleares y apunte directo a tu cabeza?
¿Hay algo peor que quieran verte arrodillado, suplicante, antes de convertirte en su nuevo esclavo?
¿Hay algo peor que la muerte?
Díganoslo todo, monsieur Macron.
Díganos qué es lo peor.
Díganos que su papel de mediador, que nadie le confió, fue un fracaso en vísperas de su lucha por reelegirse como presidente de Francia, otra potencia nuclear cruzada de brazos.
Díganos que no habrá nadie que pueda frenar al paria maldito en que se convirtió Putin.
Díganos que sus planes, a pesar del rechazo mundial, siguen intactos.
Que irá por todo, que quiere todo.
Díganos que ya hicieron lo que había que hacer.
Díganos que el asqueroso mundo de los neutrales, ese donde los países voltean la cara cuando un poderoso aplasta sin justificación al débil, volvió a salirse con la suya.
Díganos que no son imbéciles y cobardes quienes creen en las resoluciones pacíficas de los conflictos sin importar el tipo o la proporcionalidad de los conflictos.
Díganos que hay que dejar que aplasten y exterminen a Ucrania sin meter las manos.
Díganos que cuando un puñado de ucranianos que se paran frente a un tanque o un convoy ruso, con las manos desnudas, así sea una ilusión que dura pocos minutos, ustedes, los poderosos, no se sienten chiquitos, avergonzados.
Díganos que no es verdad que los intereses económicos que tienen sus países con el tirano y sus cómplices son más importantes que la vida de sus vecinos.
Díganos que ustedes, los líderes del mundo, seguirán jugando golf con los oligarcas rusos que compran mansiones, yates, equipos de futbol, oro, lujos de todo tipo y clase, mujeres, voluntades, vidas, porque a fin de cuentas la vida sigue.
Díganos que saben que sus sanciones son de papel y no detienen misiles.
Díganos, monsieur Macron, que el alma de Putin y la de usted también están muertas.
Díganos la verdad.
¿Lo peor está por venir?
¿O, simplemente, que para Ucrania y sus hijos no hay porvenir?