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martes, abril 23, 2024

El reino de las tinieblas

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No da para más. 

Va de vergüenza en vergüenza. 

La Fiscalía General de la República recibió apenas el jueves pasado otro mazazo implacable.  

Demoledor. 

Si el 28 de marzo, los 11 integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinaron por unanimidad que Alejandro Gertz Manero, el titular de la Fiscalía General de la República, “fabricó” un delito contra su ex cuñada y la hija de ésta, a quien mantuvo en prisión año y medio, el pasado jueves el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna (sobrino de Lola Padierna y René Bejarano) resolvió que la dependencia a cargo de Alejandro Gertz Manero realizó acusaciones “ficticias” contra cuatro abogados vinculados a Julio Scherer Ibarra, exconsejero Jurídico de la Presidencia, y “se condujo de mala fe, actuó de manera perversa y lanzó amenazas veladas contra los involucrados”. 

Vamos, que su denuncia era una joyita. 

Entre otras cosas la acusación señalaba a Scherer Ibarra como integrante de una organización delictiva que, mediante el tráfico de influencias y la extorsión, obtuvo un beneficio ilícito por 37 millones de pesos.  

Está visto y juzgado: con Gertz Manero volvimos a los tiempos de las tinieblas en la procuración de Justicia. 

Y conste que han sido muchas.  

Una de las más densas, casi oscuras, fue la del primer procurador General de la República propuesto por la oposición en épocas del priato, la del panista Antonio Lozano Gracia, durante el gobierno de Ernesto Zedillo, quien “resolvía” casos gracias a la brujería forense, por decirle de alguna forma. 

Lozano Gracia, cómo olvidarlo, dejó en manos del subprocurador Pablo Chapa Bezanilla tres de los crímenes políticos (aunque el narco ya mostraba sus garras) que sacudieron a México en los 90: Los de Luis Donaldo Colosio, el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y el de José Francisco Ruiz Massieu, ex gobernador de Guerrero y cuñado del ex presidente Salinas de Gortari. 

En este último caso, ocurrido en septiembre de 1994, Daniel Aguilar Treviño, autor material de la muerte del secretario general del PRI, dijo que fue el diputado priista Manuel Muñoz Rocha una de las personas que ordenó el asesinato. 

En octubre de ese año se giró orden de aprehensión contra Muñoz Rocha, quien se dio a la fuga y desapareció hasta octubre de 1996, cuando Chapa Bezanilla “lo encontró” gracias al testimonio de Francisca Zetina Chávez, La Paca, quien además de invadir predios era vidente. 

Fue así que el fiscal encargado del caso supo dónde estaba enterrado: la finca El Encanto, propiedad de Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente y también cuñado de Ruiz Massieu 

Fue ahí, donde después de horas de trabajo y una excavadora, los periodistas, convocados por el fiscal, dieron fe del hallazgo: apareció un cráneo. 

Contaron que La Paca, presente en el lugar, exclamó aliviada: “Es Muñoz Rocha, es Muñoz Rocha”. 

El escándalo recorrió el mundo, pero luego de distintas investigaciones, tanto de la PGR como de peritos internacionales contratados por la defensa de Raúl Salinas de Gortari, se determinó que todo había sido una farsa: el cráneo encontrado pertenecía a un familiar de La Paca y era parte de un siniestro montaje que le costó a la justicia mexicana unos cuatro millones de pesos de entonces. 

La vidente fue encarcelada y sentenciada a 15 años de cárcel y Chapa Bezanilla fue cesado al igual que Lozano Gracia, su jefe . 

De Muñoz Rocha no se supo nada nunca más. 

De Chapa Bezanilla sí: que meses después fue detenido en Madrid por desvío de recursos, asociación delictuosa y violación de las leyes sobre inhumaciones y exhumaciones, entre otros cargos. En México pasó unos meses en la cárcel y nada más. Quedó libre. 

A esa trama vergonzoza de la justicia en México habría que sumar muchísimas más. 

Pero no estamos muy alejados de esa época de tinieblas. 

La sentencia ya fue dictada por magistrados y jueces: El actual fiscal, Alejandro Gertz Manero, fabrica delitos, tiene mala fe, actúa de manera perversa y lanza amenazas veladas contra sus imputados. 

El juez Delgadillo Padierna dijo más: “La FGR se ha conducido con mala fe e intención. Si en su actuación existe perversidad, se necesita a dios como abogado”, sostuvo. 

Las risas llenaron la sala. 

El proceso quedó invalidado. 

Las pruebas, 75 en total, fueron desestimadas. 

¿Qué más se necesita entonces para que el presidente lo destituya? 

¿De verdad la justicia no es una prioridad para La Cuarta Transformación? 

En los últimos cuarenta años sólo Sergio García Ramírez, durante el gobierno de Miguel de la Madrid, inició y concluyó como titular de la Procuraduría General de la República. 

Sostener a Gertz Manero dos años más al frente de la FGR no sólo será nefasto para la actual gestión, sino para el país entero. 

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