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jueves, noviembre 21, 2024

El hilo más delgado

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Es, con toda probabilidad, el hilo más delgado de Morena.

Dice presidir al Movimiento de Regeneración Nacional, pero todos sabemos que lo único que hace es cumplir órdenes.

Porque Morena, como el Partido Verde, como Movimiento Ciudadano (y tantos otros), tienen dueño.

Son un “bien” público, o deberían serlo, en manos de particulares.

Son patrimonio no de sus militantes o seguidores, sino de la famiglia.

Así que a esos partidos nada se les debe exigir.

Cómo se les puede pedir que sean democráticos si desde su concepción, desde su fundación misma, nunca lo han sido.

Lo que verdaderamente llama la atención es que el presidente del partido en el gobierno sea quizá la prueba más clara de lo que representa un partido antidemocrático, pero no sólo a su interior, sino en su actuación diaria, de cara a la sociedad.

Cómo explicar que Mario Delgado, el operador, el fontanero de Morena, haya presentado el 31 de mayo de este año ante la Fiscalía General de la República una denuncia por traición a la patria contra los 223 diputados federales que votaron en contra de la reforma constitucional en materia eléctrica.

Su denuncia la acompañó, según él, de 1.7 millones de firmas. En ella acusó a los legisladores de traición a la patria por “actos contra la independencia, soberanía e integridad de la Nación Mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero”, como se encuentra tipificado en el artículo 123 del Código Penal Federal.

Quiere, en resumen, a los opositores al régimen que no se pliegan a su voluntad en la mismísima cárcel.

Y que los empresarios extranjeros, esos que vienen a arriesgar su dinero y dar empleos, mejor que se vayan. Y que los que quieran venir mejor se lo piensen dos, tres veces.

Que México, por lo que se desprende de su denuncia, no los necesita.

Delgado pasó por alto, como apuntó José Woldenberg en su artículo del 7 de junio en El Universal, que las diferencias de opiniones, los votos de los diputados, que además gozan de inviolabilidad para expresar sus puntos de vista, son, según los morenistas, “sujetos de litigios penales que pueden llevar a la cárcel a quienes no compartan sus iniciativas”.

Eso, dice el presidente del primer consejo ciudadano que organizó unas elecciones a nivel federal en el país “sólo se había visto en dictaduras, en regímenes políticos que no garantizan la libertad de expresión, que no reconocen como legítimo el pluralismo político”.

Woldenberg alerta sobre los pasos del dirigente nacional del partido en el gobierno “no sé si se dan cuenta que se están deslizando por una pendiente no sólo peligrosa, sino degenerativa. Los militantes y dirigentes de Morena hoy son mayoría en muchos espacios legislativos y gobiernan en un buen número de estados. Arribaron a esos cargos por vías democráticas, pero da la impresión de que quisieran clausurarlas una vez que están en el poder, porque sólo su voz, según ellos, representa al pueblo”.

Y cierra con otro señalamiento que no debería pasarse por alto: “Están jugando con fuego y el país no se lo merece”.

“¿Qué pretenden? ¿Construir una inquisición? ¿Perseguir a quienes no comparten sus opiniones? ¿Llenar las cárceles de opositores?”.

Con lo que no cuenta Woldemberg es que la locura de Mario Delgado difícilmente encontrará eco en la Fiscalía General de la República.

Por suerte (o desgracia) para los mexicanos, Alejandro Gertz Manero, su titular, está distraído en otras cosas. Esas otras cosas, como ya lo sabemos, tienen que ver única y exclusivamente con asuntos de su personalísimo interés.

Lo demás le importa poco o nada.

Si antes contamos que el Dueto Miseria, el que conforman el priista Alejandro Moreno y el panista  Marko Cortés, tiene a la deriva a sus partidos, no muy lejos de ellos está Mario Delgado.

Los tres personajes son una tragedia para sus partidos y para el país.

A Delgado, claro está, le disculpan casi todo. Hoy Morena gobierna en 22 de las 32 entidades del país, pero nada garantiza que mantenga la unidad de cara a 2024.

La renovación de las dirigencias estatales será una de las durísimas pruebas que tendrá que salvar.

Y, claro, lidiar con los egos de sus jefes, de las corcholatas y, que no se le olvide, de los gobernadores surgidos de Morena.

Hoy da la impresión de que a este hilo delgado lo que le interesa es quedar bien con sus patrones y hacer negocios, por ejemplo, con la famiglia a la que heredó la coordinación de San Lázaro. La de Ignacio Mier.

El hilo se puede romper.

A Mario Delgado, que militó en el PRD, habría que recorarle el lema del que fue su partido durante diez años: “Democracia ya y patria para todos”.

Seguro se le olvidó que muchos de sus compañeros de lucha en el PRD, del que se avergüenza, incluso pagaron con su vida defender esos dos principios.

En Morena, con él al frente, ni democracia ni patria para todos.

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