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sábado, febrero 22, 2025

Entre el populismo y las reivindicaciones sociales

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El dilema de la difícil relación entre México y Estados Unidos, en estos días de rabiosa falsedad política, nos ubica entre el populismo y las reivindicaciones sociales.

Ahora y me temo que en los próximos años, México, como país, y los mexicanos seguiremos atrapados en un círculo vicioso de medias verdades o mentiras reales.

La vecindad con los Estados Unidos, como ya lo dijo alguien, está en los intereses, no en los afectos ni en las amistades, y ahora, en las venganzas. Trump ha dicho que han abusado durante mucho tiempo de América, y es hora de cobrar los pendientes.

El cobro de facturas solo se entiende desde la perspectiva de Trump y de muchos norteamericanos. Tal vez, en un juicio justo de la historia contemporánea, los norteamericanos, en lugar de cobrar, deberían pagar.

Detrás de los hechos siempre están las ideas, enfrascadas en una discusión hipócrita entre dos tendencias aparentemente opuestas: las ideas neoliberales o antiwoke”, y las reivindicatorias de las desigualdades woke”. Ambas posturas revelan cómo se entrelazan en la sociedad actual los mecanismos de poder, como objetivo real, la manipulación mediática como instrumento, y la desigualdad social como pretexto.

Al final, estas dos ideologías se desempeñan con formatos de populismo en diferentes sentidos, pero utilizados por las élites para canalizar la frustración popular hacia soluciones superficiales, dilatorias y engañosas.

Lo que une a estas ideologías es su capacidad para desviar la atención de los problemas de fondo: las desigualdades y sus imposibles soluciones, que solo distraen a la sociedad de una conversación más honesta, oportuna y profunda sobre las causas de la desigualdad y el manejo del poder.

Ahí es donde se encuentran, por el momento, las verdades que disfrazan el discurso de Trump, cuando hace recaer en extranjeros, todos los males de su economía y de la descomposición social sobre una sociedad norteamericana cada vez menos honesta, justa y viable.

Pero la verdad es que la culpa de esto no la tienen los migrantes, y mucho menos los mexicanos, que son los que sacan a flote la economía y la hacen rentable al desempeñarse como mano de obra barata, de calidad y siempre disponible.

Al final, la discusión entre las dos naciones recuerda a una vieja consigna de la izquierda que enfatizaba, en sus luchas en la calle, que no se buscan soluciones dos pasos adelante, uno para atrás”.

Los días de falsa comprensión y disposición para verificar si el gobierno mexicano demuestra obediencia a la circunstancia, construida ex profeso, para que Trump se justifique ante sus seguidores y valide, en el orden mundial, la necesidad de un nuevo empoderamiento, no garantizan la cancelación de los aranceles ni la amenaza de intervención en territorio mexicano bajo el pretexto de capturar guerrilleros.

Esto evidencia que el populismo conservador será el que domine en el futuro inmediato, con su discurso de recuperación de lo robado, engañado y abusado por el mundo hacia los norteamericanos. El grave problema es la inevitable confrontación con la ideología de reivindicaciones sociales promovida por el actual gobierno mexicano, que, sin faltar al respeto, tendría que ser ubicada en las ideologías “woke”, que tanto enfurecen a Trump.

Me parece que la postura y las decisiones de la presidenta Sheinbaum son inteligentes, oportunas, serias y confiables, lo que no se puede decir del presidente norteamericano. Es difícil estar en esta trampa, donde, se diga lo que se diga, los de allá, del norte, lo interpretarán como quieran. Lo más importante es la unidad con la presidenta Sheinbaum, no sea que, en el fondo, la verdadera estrategia sea condicionar o intentar condenar al fracaso, el programa de reivindicaciones sociales de México.

 

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