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jueves, febrero 13, 2025

La corrupción es una mala costumbre

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El 26 de enero de este año, frente a las Islas Canarias en España, un grupo de biólogos marinos se toparon con un pez diablo negro, este espécimen de aspecto aterrador, no suele dejar su hogar en la zona abismal, es decir en lo más profundo del océano y aproximarse a aguas poco profundas y mucho menos llegar hasta la superficie donde la luz del sol y la temperatura del agua son totalmente desconocidas para este animal marino. Sin embargo, al exponerse a circunstancias tan distintas a su habitad natural, poco después este pececito murió.  

La imagen del pez solitario se hizo rápidamente viral provocando todo tipo de sentimientos entre los internautas, ante el hecho de que este pez haya abandonado su hogar para aventurarse a algo completamente desconocido, para después morir. 

Salir del hábitat natural o zona de confort, como algunos le dicen, siempre representara un riesgo ante la incertidumbre de no saber si las nuevas condiciones acabarán por extinguirnos o hacernos más fuertes. Como sea atreverse a dar el paso y afrontar lo desconocido es acto de gran valentía. 

La organización Transparencia Internacional publicó este martes el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), en el que calificó a México en el puesto 140 tras años de estar en el 126 de 180 países evaluados, si bien, esta es nuestra peor calificación en muchos años, lo cierto es, que la corrupción en nuestro país es un problema constante, lo que me lleva a pensar en que quizá se ha vuelto (la corrupción), la zona de confort o hábitat natural de nuestra sociedad. 

El doctor Javier Sepúlveda, especialista en derecho constitucional, en una conferencia dictada en el Tecnológico de Monterrey campus Puebla, ante el cuestionamiento que si la sociedad mexicana estaba acostumbrada a la corrupción comentó “la corrupción es una conducta aprendida, no estamos acostumbrados a vivir en la corrupción, somos la misma corrupción”.  

Esta máxima es tan impactante como real, basta ver como los jóvenes ahora tiene como modelo a seguir personajes llenos de dinero, poder y belleza a costa de cualquier cosa, incluso de violentar los derechos de los demás, en lugar de científicos, profesionales, artistas o deportista que ha logrado triunfos a base de disciplina y esfuerzos; alcanzar lo deseado sin importar las consecuencias hoy se considera sinónimo de éxito y lamentablemente, también de la felicidad. 

“El que no tranza no avanza” o “el mundo es de los astutos”, son algunas de frases con las que muchos crecimos y, que hicieron de la corrupción nuestro hábitat natural. Es momento de entender que la corrupción no es solo culpa del Gobierno o de algunas fallidas instituciones, es un problema social y por ende un problema de todos. 

Resulta urgente salir de esa zona de cierto confort que ha provocado la corrupción, hacernos responsables de nuestros actos, si me pase un alto, entonces pago la multa y no busco darle “pa’l refresco”, al oficial de tránsito; crear un nuevo discurso sobre lo que es el éxito y la felicidad que motive a nuestros jóvenes a condenar la corrupción y no a aceptarla y acogerla como un estilo de vida. 

Atrevernos a escapar de ese hábitat que se ha creado alrededor de la corrupción, lejos de tener un fatídico desenlace como el del pez diablo negro al subir a la superficie, sin lugar a dudas nos hará una mejor sociedad. 

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