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jueves, enero 30, 2025

Todos tenemos un vecino gordo que se parece a Donald Trump

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Donald Trump es como ese vecino gordo que todos los días llega borracho y deja su camioneta negra en la entrada de la cochera del vecino que los fines de semana golpea a su mujer, quien disfruta en el fondo el autoritarismo del vecino gordo, una vez que ve ese acto como una forma de venganza.

La mujer ve, por cierto, cómo su señor muere de miedo cada vez que le ponen la camioneta en las narices.

Y en lugar de reclamar, el marido golpeador pide un Úber y deja su vochito más sólo que una higuera en un campo de golf.

El vecino gordo se ha vuelto el terror del vecindario y tiene aterrados a un tipo idéntico a Nicolás Maduro y a otro parecido a Gustavo Petro, el de Colombia.

El primero hacía lo que quería antes de que el vecino gordo llegara al vecindario.

Ya se sabe: le pegaba a su señora —aunque en público le trataba con diminutivos aparentemente cariñosos como “vidita”, “cielito”, “amorcito”—, hacía fraudes (parecidos a los electorales) a sus cuñados y tenía un retrato —del tamaño de la pared— de su papá, a quien llamaba “nuestro señor Bolívar”.

El otro —el parecido a Petro— se le quiso enfrentar una tarde de domingo al vecino gordo y le gritó toda clase de mierda populista como “soy soberano y autónomo y no te tengo miedo”, pero bastó un resoplido del Trump de por aquí cerquita para que la palabrería quedara en el cesto de basura.

Los sábados por la noche, el vecino gordo —acompañado de su esposa ucraniana que antes era escort— suele poner su música a todo volumen, sin importarle lo que sus vecinos puedan decir.

Ante ese gesto de autoritarismo, los sometidos hacen como que no escuchan la estruendosa música —de Village People, por ejemplo— y se juntan para hablar, entre cervezas y asados, de soberanía, dignidad y autonomía.

Luego, ya en sus respectivas casas, golpean a sus señoras hasta que los vence el sueño.

 

De la rebeldía a la sumisión (los héroes no le temen al ridículo). En un solo día, el presidente de Colombia transitó de lo sublime al más espantoso ridículo.

Más prendido que un arbolito de Navidad, Gustavo Petro empezó a tuitear en plena madrugada: a las 2 de la mañana con 41 minutos del domingo 26 de enero:

“Los EEUU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes Colombianos.

“Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio.
“EEUU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes que los recibamos nosotros”.
Seis horas después, abundó:
“Un migrante no es un delincuente y debe ser tratado con la dignidad que un ser humano merece.
“Por eso hice devolver los aviones militares estadounidenses que venían con migrantes colombianos.
“No puedo hacer que los migrantes queden en un país que no los quiere; pero si ese país los devuelve debe ser con dignidad y respeto con ellos y con nuestro país. En aviones civiles, sin trato de delincuentes recibiremos a nuestros connacionales. Colombia se respeta”.

Las consecuencias no tardaron en llegar.

La Casa Blanca se refirió a Colombia como “Columbia” al anunciar la decisión de Donald Trump, de imponer aranceles del 25 por ciento al país suramericano por haber rechazado dos vuelos de deportación.

También dio a conocer sanciones brutales relacionadas con el cierre de la sección de visas en la embajada estadounidense en Colombia, la restricción para los funcionarios del gobierno a viajar al país del norte y otras lindezas.
Esto ocurrió a las 2:31 de la tarde.

Nueva respuesta de Petro:
“Le ordenó al ministro de comercio exterior elevar los aranceles de importaciones desde los EEUU en un 25 por ciento.
“El ministerio debe ayudar a dirigir nuestra exportaciones a todo el mundo diferente a los EEUU. Nuestras exportaciones deben ampliarse. Invito a todas las comunidades colombianas extranjeras a ser comercializadoras de  nuestros productos”.

La guerra estaba declarada.

Y vino un tuit francamente épico a las 3:28 de la tarde —largo, pero aburrido—, rico en gramática de la mala y en una cursilería de época:
“Trump, a mi no me gusta mucho viajar a los EEUU, es un poco aburridor, pero confieso que hay cosas meritorias, me gusta ir a los barrios negros de Washington, allí ví una lucha entera en la capital de los EEUU entre negros y latinos con barricadas, que me pareció una pendejada, porque deberían unirse.
“Confieso que me gusta Walt Withman y Paul Simon y Noam Chomsky y Miller.
“Confieso que Sacco y Vanzetti, que tienen mi sangre, en la historia de los EEUU, son memorables y les sigo. Los asesinaron por lideres obreros con la silla eléctrica, los fascistas qué están dentro de EEUU como dentro de mi país.
“No me gusta su petróleo, Trump, va a acabar con la especie humana por la codicia. ‘Quizás algún día, junto a un trago de Whisky qué acepto, a pesar de mi  gastritis, podamos hablar francamente de esto, pero es difícil porque usted me considera una raza inferior y no lo soy, ni ningún colombiano.
“Así que si conoce alguien terco, ese soy yo, punto. Puede con su fuerza económica y su soberbia intentar dar un golpe de estado como hicieron con Allende. Pero yo muero en mi ley, resistí la tortura y lo resisto a usted. “No quiero esclavistas al lado de Colombia, ya tuvimos muchos y nos liberamos. Lo que quiero al lado de Colombia, son amantes de la libertad. Si usted  no puede acompañarme yo voy a otros lados. Colombía es el corazón del mundo y usted no lo entendió, esta es la  tierra de las mariposas amarillas, de la belleza de Remedios, pero también de los coroneles Aurelianos Buendía, de los cuales soy uno de ellos, quizás el último.
“Me matarás, pero sobreviviré en mi pueblo que es antes del tuyo, en  las Américas. “Somos pueblos de los vientos, las montañas, del mar Caribe y de la libertad.
“A usted no le gusta nuestra libertad, vale. “Yo no estrecho mi mano con esclavistas blancos. Estrecho  las manos de los blancos libertarios herederos de Lincoln y de los muchachos campesinos negros y blancos de los EEUU,  ante cuyas tumbas llore y recé en un campo de batalla, al que llegue, después de caminar montañas de la toscana italiana y  después de salvarme del covid.
“Ellos son EEUU y ante ellos me arrodillo, ante más nadie.
“Túmbeme presidente y le responderán las Américas y la humanidad.

“Colombia ahora deja de mirar el norte, mira al mundo, nuestra sangre viene de la  sangre del califato de Córdoba, la civilización en ese entonces, de los latinos romanos del mediterraneo, la civilización de ese entonces, que fundaron la república, la democracia en Atenas; nuestra sangre tiene los resistentes negros convertidos en esclavos por ustedes. “En Colombia está el primer territorio libre de América, antes de Washington, de toda la América, allí me cobijo en sus cantos africanos.
“Mi tierra es de orfebrería existente en época de los faraones egipcios, y de los primeros artistas del mundo en Chiribiquete.
“No nos dominarás nunca. Se opone el guerrero que cabalgaba  nuestras tierras, gritando libertad y que se llama Bolívar.
“Nuestros pueblos son algo temerosos, algo tímidos, son ingenuos y amables, amantes, pero sabrán ganar el canal de Panamá, que ustedes nos quitaron con violencia. “Doscientos héroes de toda latinoamerica yacen en Bocas del Toro, actual Panamá, antes Colombia, que ustedes asesinaron.
“Yo levanto una bandera y como dijera Gaitán, así quede solo, seguirá enarbolada con la dignidad latinoamericana que es la dignidad de América, que su bisabuelo no conoció, y el mío sí,  señor presidente inmigrante en los  EEUU,
“Su bloqueo no me asusta; porque Colombia además de ser el país de la belleza, es el corazón del mundo. Se que ama la belleza como yo, no la irrespete y le brindará su dulzura.
“COLOMBIA A PARTiR DE HOY SE ABRE A TODO EL MUNDO, CON LOS BRAZOS ABIERTOS, SOMOS CONSTRUCTORES DE LIBERTAD, VIDA Y HUMANIDAD.
“Me informan que usted pone a nuestro fruto del trabajo humano 50% de arancel para entrar a EEUU, yo hago lo mismo.
“Que nuestra gente siembre maíz que se descubrió en Colombia y alimente al mundo”.

Con la cruda se difuminó el espíritu del Che Guevara que se había adueñado de Petro.

En su lugar apareció un ratoncito tímido que aceptó recibir a los migrantes colombianos en las condiciones que se le pegaran las ganas a Trump.

Petro no volvió a tuitear.

O sí, pero cambió de tema.

 

 

 

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