José Antonio Gali se metió de lleno a trabajar el tema del interinato durante los últimos días de 2018.
Por un lado, apresuró a su equipo jurídico para que cuadrara la reforma constitucional que le permitiera convertirse en el gobernador interino a través de una reelección soft. Por otra parte, buscó un plan b en la figura de otro Tony Gali: su hijo mayor.
Desde la oficina de éste, empezó a convocar gente y a enfrentar a los morenovallistas. Las fiestas de fin de año se atravesaron sin que él dejara de operar un solo momento. A Eduardo “Lobo” Henaine le contaba sus proyectos día y noche.
—Si yo no voy, lobito, va Junior como interino. Pero si voy yo, Junior será el candidato a gobernador en la elección extraordinaria.
—Suena muy bien, Tony. ¿Y qué te dijo la ministra?
—Me dijo que el Águila me ve bien. Anoche me habló Julio Scherer y me dijo que estaba al tanto de la reelección soft y que la veía con buenos ojos. Mi hermano César Yáñez dice que siente muy bien el ambiente. ¡En una de esas me jalan de secretario de Estado! (Risas).
—¿Y lo de Junior cómo surgió entonces?
—Porque en la política de altos vuelos siempre hay que tener un plan b. Eso es lo que Rafael descuidó. Él siempre se empeñó en que la gobernadora fuera Martha Érika. Acuérdate cuando le propuse que fuera Junior y se burló de mí. Ahí empezaron nuestras diferencias. El hijo de la chingada empezó a verme con recelo. Ya me la debía cuando no se impuso para que la minigubernatura se ampliara a cuatro años y pico. Ahí se dejó influir por toda su bola de putos aduladores.
—Ufff. Me acuerdo, mi Tony. ¿Pero entonces cómo ves la opción de Junior? ¿No se vería mal que tú fueras gobernador interino y tu hijo se convirtiera en gobernador constitucional?
—¡Mis huevos que se vería mal, lobito! El poder es para poder.
—¿Ya hablaste con Marko Cortés sobre estos escenarios?
—¡Esto se arregla en Palacio Nacional! Pero tienes razón. Voy a hablar con el pendejo presidente de mi partido. (Risas).
—Y a todo esto, mi Tony, ¿qué opina Junior?
—¡No quiere el cabrón! ¡Todos se mueren por ser gobernador y a Junior le vale madres!
(Risas).
*
Nuevos nombres surgieron en la mesa del exgobernador como cortina de humo o como posibles opciones en caso de que la reelección soft se complicara: el diputado local Gerardo “Gerry” Islas, Diódoro Carrasco, el empresario Carlos Montiel, el rector Alfonso Esparza y el rector José Mata Temoltzin. De último momento, Gali también incluyó a Eduardo Rivera.
Esa lista fue enviada a primera hora con un propio a Palacio Nacional a tres destinarios: Olga Sánchez Cordero, Julio Scherer Ibarra y César Yáñez. Una vez recibida, la secretaria de Gobernación le envió un WhatsApp a Scherer: “Estos señores se siguen dividiendo, Julio. Están de atar”.
*
El día de los Inocentes, Gali recibió una llamada de Sánchez Cordero.
Ya se sentía con un pie en el interinato. Flotaba. Sus asesores le decían que era un maestro de la política y que estaba superando a Moreno Valle. Un auxiliar le pasó el celular. Respondió con una felicidad plena:
—¡Mi queridísima señora ministraaa!
—Querido Tony. Buenos días.
—¡Usted acaba de lograr que el invierno de diciembre se transforme en un verano soleado!
(Risas).
—Sólo para comentarte que las cosas van muy bien. Julio Scherer está trabajando con su equipo de abogados para cuadrar el tema de la reelección.
—¡Reelección soft, querida ministra! Suena bien, ¿no? (Risas).
—¡Muy bien! (Risas). Tus amigos morenovallistas vinieron a verme para evitar que te metas en las negociaciones del gobierno interino.
—¡Me lo imaginaba!
—Se ve que no te tienen en sus afectos.
—¡Me odian porque sin ser yo morenovallista me les atravesé en el camino y les gané la secretaría de Infraestructura, la alcaldía y la gubernatura!
—Pues sí, en efecto, dijeron que no los representas. Ellos insisten en que el interino sea Rodríguez Almeida, que, ahora me entero, trabajó con Marcelo Ebrard.
—¿Y Ebrard lo apoya, señora ministra?
—Él ni se mete. Peor para este señor. Sólo quería decirte que busques romper el grupo para que tu propuesta se fortalezca más, Tony. Busca los lazos más endebles y córtalos.
—¡No sabe cómo le agradezco sus palabras, Olguita! ¡Es usted la mejor secretaria de Gobernación en la historia de México!
Sánchez Cordero colgó y pidió que la comunicaran con la dirigente nacional de MORENA.
—Querida secretaria. Buenos días.
—Hola, Yeidckol, buen día. Te tengo un mensaje del presidente.
—Soy toda oídos.
—Pide que tú te hagas cargo de la negociación de la gubernatura interina de Puebla. Te estoy enviando un resumen muy ejecutivo con varios anexos y grabaciones para que te des una idea de lo que pretenden los morenovallistas y el exgobernador Gali. Sólo te pido un favor.
—¿Cuál, secretaria?
—¡No te vayas a morir de risa! (Risas).
Antes de despedirse, la secretaria de Gobernación le dijo que incorporara un nombre en la lista de los prospectos para el interinato: el del abogado Guillermo Pacheco Pulido.
*
El último día del año, por la tarde, Gali brindó con sus cercanos por la nueva era que llegaba. Estuvo de acuerdo con ellos en que el morenovallismo estaba muerto y que se abría luminosa la época del galismo.
Su casa de La Vista era la imagen viva de la felicidad. Las esculturas de Jorge Marín parecían compartir la danza de las buenas nuevas. Hicieron varios brindis con Dom Perignon Luminous. Gali les adelantó algo que elevó el ánimo aún más:
—¡Ya estoy armando el gabinete, hermanitos! ¡Y ustedes están dentro!
A eso de las siete de la noche, se despidieron con abrazos afectuosos.
El brindis tuvo una inusitada alegría que contrastó con la desazón de los días previos al siniestro en el que perdieron las vidas Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle. Un aire nuevo flotaba en el ambiente.
Gali se dio una ducha y se preparó para celebrar en familia. Sus hijos habían interrumpido la vacación para esperar juntos el 2019. Todo fue abrazos de principio a fin. La charla pronto se detuvo en la tarde del 24 de diciembre. El exgobernador les dio detalles que desconocían.
—Me dicen que el Agusta estaba en pésimas condiciones. De hecho, no debía volar porque venía arrastrando varios problemas. ¡No le habían dado mantenimiento en meses!
—¿Cómo, pa? ¿En serio? Pero si Rafael era obsesivo en esos temas. No se permitía errores —dijo Tony Gali hijo.
—Pues sí, Junior, eso creíamos todos. Pero hay más: me dijeron que una chica que trabaja en el área de calidad de la empresa que rentaba el helicóptero renunció unos meses antes debido a que no se estaba realizando el debido mantenimiento.
—¿Quién te dijo eso, pa?
—Un piloto que a veces me hace vuelos privados. Jack. ¿Te acuerdas de él?
—¿El pinche Jack? Claro que me acuerdo de él.
—Pues ese cabroncito me dijo que la chica esta le contó todo lo que les acabo de decir. De hecho, cuando Jack se enteró del accidente le habló y le platicó lo que acababa de pasar.
—¿Y qué dijo ella?
—¡Empezó a reírse! Dice Jack que le comentó: “¡Vaya! ¡Tarde o temprano se iba a caer ese helicóptero! ¡Por eso renuncié!”.
Todos se quedaron pasmados. Nadie daba crédito a que Moreno Valle no estuviera enterado del mal estado del aparato.
El exgobernador agregó que la chica le había dicho a Jack que los administradores de la empresa justificaban la falta de mantenimiento debido a que el Agusta estaba apartado para varios viajes.
—¡Qué cabrones, pa!
—Pues sí, Junior. Ya le tocaba a Rafael.
La charla dio un giro a las conversaciones de Gali con la secretaria de Gobernación y al plan de éste acerca de la gubernatura interina y las elecciones extraordinarias.
—¡Si yo no voy al interinato, vas tú, Junior!
—¡No, pa! (Risas). ¡Ya te dije que no! (Risas).
Estaban en eso cuando el celular de Gali sonó. Era la secretaria de Gobernación para desearle un gran año. La euforia acumulada creció aún más. Metido en el éxtasis, brindó con sus hijos por el año luminoso que llegaba.
A esa misma hora, a la casa de don Guillermo Pacheco Pulido entró una llamada telefónica. Desde Europa, su hijo Javier pidió hablar con el “próximo gobernador interino”.
—Dice el joven Javier que quiere hablar con el futuro gobernador, señor —dijo doña Mati, quien llevaba años al servicio de la familia Pacheco.
El experimentado abogado sonrió metido en una felicidad serena y tomó el teléfono.
—¡Bueeeno! —respondió.
(Continuará).