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jueves, noviembre 21, 2024

Tuyo, mío, te lo presto

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Vi en Netflix la serie Wanderlust. ¿De qué va? No voy a spoilear demasiado, aunque debo decir que las actuaciones son muy buenas. Es breve, nada pretenciosa y gira alrededor de un tema muy controversial, pero bastante socorrido por muchas parejas actuales: el poliamor.  

Después de verla, sigo pensando que la monogamia es antinatural, que el matrimonio lleva a la bancarrota sexual y que un ser humano difícilmente se puede llenar con otro ser humano. Peeero, aunque crea lo anterior también me queda claro que en temas del corazón no todo es tan mecánico y, si no se quiere enredar uno más de lo que ya viene de fábrica, no es tan mala idea seguir ciertos rituales que dan orden a las familias.  

Van mis conclusiones:  

Empecemos por la palabra: poliamor es un neologismo que significa tener más de una relación amorosa simultáneamente. 

Obviamente, para llevar una relación poliamorosa es necesario el consentimiento de todos los miembros del conjunto, es decir: que todos los interesados en proporcionarse amor del bueno no vayan a entrar en crisis malas de celos… cosa complicada.  

El término aparece por primera vez en la era de los jipis, cuando la muchachada se reunía en comunas y compartían una visión del amor libre. 

Ser poliamoroso puede ser muy complicado por un motivo: una vez que los sentimientos intervienen de manera profunda, la lucha de egos puede desvanecer la ilusión. 

Ojo: el poliamor no es lo mismo que la poligamia. 

La poligamia es más bien una especie de término leguleyo, y casi siempre se practica en secrecía. Es decir: una de las dos partes que conforman la pareja sostiene relaciones ocultas con otras personas sin que la otra parte lo sepa. O a lo mejor lo sospecha, pero no es un trato consensuado, por lo tanto, puede llegar a afectar a la parte practicante por el lado legal. 

Quienes practican el poliamor lo toman como toda una filosofía. Es, al parecer, la fase superior del amor que comprende desprenderse de lastres morales. 

El poliamor consiste en sacarle el corsé al sentimiento de posesión, que es generalmente lo que le da al traste a las relaciones. 

Aquí lo importante es conocer algunas cifras: ¿cuántos miembros del club acaban en la fatalidad por falta de temple para compartir el lugar de honor en el corazón del otro? 

Desgraciadamente, el judeocristianismo es el encargado de que el poliamor fracase.  

Porque alguien nos repitió hasta creérnoslo, que compartir la cama es una de las más altas traiciones. Alguien nos dijo que al formar una familia, el deseo pasa a segundo plano. Alguien nos dijo que, al decir sí, se empeña la vida para siempre, aunque sea una vida miserable.  

De eso no se trata la serie.  

Es mejor que la vean…  

Lo que sí les puedo decir es que, como en toda trama en la que intervienen hombres y mujeres, la condición humana, los traumas de infancia y los huecos interiores, juegan un papel preponderante para que eso que inicia como una oda a la libertad, termine como un baño público.  

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