Esta frase la leí hace mucho tiempo. No recuerdo en qué entrevista ni quién respondió, pero nada más atinado que hacer una comparación entre la actividad del futbol profesional y el barril de estiércol. Se refiere a que el futbol, en el puesto de técnico, es igual a un barril repleto de estiércol y tú estás metido en él. Cada bocanada de aire jalas inevitablemente una cantidad de estiércol. Si no jalas aire, te mueres. Lo bueno es que de vez en cuando está formada una fila de cerezas y todo cambia al jalar aire porque te comes esa fila de cereza en vez del estiércol.
Todo esto comparado con la actividad de técnico tiene mucha verdad. Malos resultados, problemas con los directivos, la afición no está contenta, la prensa saca mil y una conjeturas de tu trabajo. Así mucho tiempo seguido, hasta que llega la victoria, las cerezas y todo son sonrisas y reconocimiento a tu trabajo. Esa es la realidad de todos los técnicos, ganadores o perdedores. Puede ser Ancelotti o puedo ser yo.
A nadie he escuchado un reproche hacia Aguirre después de la contundente victoria 4-0 del martes. Hasta cinco minutos antes de que diera inicio, se le cuestionaba los ocho cambios de su última alineación. El juego dio inicio y ya para el minuto 10, México era un gran equipo, Aguirre había puesto una gran alineación y los goles y la remontada no tardaban. Así sucedió al final del partido y el técnico, con una gran entereza emocional, abandonó el campo, cuando todos, jugadores, auxiliares, doctores, aficionados, narradores, comentaristas, se volcaron en elogios hacia el equipo nacional.
Siempre será mejor ser historiador que profeta y de esa oportunidad me agarro. Lo que pude haber escrito o hablado antes del juego, solo recuerdo haber dicho que México remontaría, siempre y cuando la formación y las funciones del once inicial fuera coherentes a lo que cada uno de ellos hace en sus equipos; nada de improvisación como sucedió en el juego en Honduras, con un central derecho puesto por la izquierda, con Álvarez solo en la contención, con un Chávez a 40 metros de zona de disparo, con
un Quiñones jugando de doble lateral y con recorridos de 70 metros, con un Orbelin en el papel de táctico jugando a una sola velocidad. Demasiadas indicaciones nuevas en pos de sacar el cero.
La calidad individual de los seleccionados, puestos en el papel de demostrar virtudes y tapar defectos, sí se tiene y cada vez me animo más a sacar un diplomado en SENTIDO COMÚN. Aplicando esto, en esta serie contra Honduras se hubiesen ahorrado tres noches de desvelos. El martes por la noche cada quien jugó como lo hace en sus equipos, y los que entraron de cambio lo hicieron de igual manera. Resalta lo de Sánchez, un defensor lateral que defiende mal pero que quiere atacar todo el tiempo.
En el justo momento que por el lado izquierdo de Honduras había un gran boquete, de la banca sacaron a Sánchez para atacar esa parcela y culminarla con un gran gol; sentido común en esa decisión.
Con ese sabor en la boca que te deja las cerezas,
la espera para su próxima eliminatoria pasará más
plácidamente.
Mi deseo es que se hagan adictos al sabor cereza y
se invoque al sentido común. La selección y el futbol
mexicano en general no es tan malo como lo hacen
parecer los que toman las decisiones y estas no las
toman los jugadores.