Sin duda alguna, hoy las redes sociales representan la mayor plataforma de información, muy por encima de los medios tradicionales, especialmente para las personas jóvenes; asimismo, se han convertido en el escaparate perfecto para lograr visibilidad e incluso fama, pues son instrumentos de información, opinión, conversación, debate, crítica, expresión artística, publicidad, comercio y otras manifestaciones de la creatividad humana.
De igual forma las redes sociales han servido
como un medio de denuncia ciudadana y presión
social para que las autoridades atiendan a las exigencias sociales con meridiana prontitud, así como para evitar abusos e incluso me atrevería a decir,
para promover el respeto a los derechos humanos.
Sin embargo, la exposición mediática de las redes
sociales en los procesos jurisdiccionales contribuye
a la generación de “juicios paralelos”, por ende, la
opinión pública influye directa e indirectamente,
tanto en el desarrollo del proceso como en las decisiones que se toman en el mismo.
En efecto, la exposición colectiva de los procesos judiciales, genera estados de opinión pública sobre sí los funcionarios están haciendo correctamente su trabajo, así como expectativas concretas sobre en qué sentido deben tomar decisiones, existen muchos casos conocidos en los que la sociedad condena o, absuelve antes de existir una verdad resolución judicial del caso y, sí la determinación jurídica no corresponde a este juicio social, las redes sociales explotan en señalamientos de injusticia y corrupción contra los funcionarios y partes que intervinieron en el proceso, sin importar si existe, o, no un sustento jurídico relevante.
Por otro lado, si la decisión judicial es a fin a la
perspectiva de la cibersociedad se glorifica a las
personas que intervinieron en el proceso, de ahí
que, la atención mediática que generan las redes
sociales se haya vuelto un factor importante y, sin
duda seductor, para nublar el criterio de los operadores jurídicos.
Ante el nuevo sistema de elección de personas juzgadoras derivado de la reforma judicial, las redes sociales jugaran un factor primordial, sin embargo, la popularidad que éstas generan puede ser perjudicial para el correcto desarrollo de la impartición de justicia, ya que los futuros juzgadores y juzgadoras pueden nublar su criterio ante la ola de críticas y adulaciones que impera en las redes sociales.
De ahí que, las personas que decidan ser candidatas a juzgadoras deben hacer una reflexión autocrítica de la importancia que representa el cargo al que se aspira, pues como dicen por ahí, “no son enchiladas”; por su parte los comités de evaluación tienen la difícil tarea de elegir los perfiles más capaces e íntegros y la sociedad en general tenemos la obligación de informarnos verazmente para elegir correctamente, pues la justicia no es una cuestión fama y popularidad.
