Don Alberto Jiménez Morales siempre viajaba con una bolsita de chiltepín y una más de chiles serranos. La comida mediterránea —juraba— será muy buena, pero sin picante no sabe igual.
Don Melquiades Morales pide siempre sus chiles serranos en el desayuno. Unos huevos revueltos con jamón siempre sabrán mejor con chile.
¿Y qué decir de la sopa caldosa de fideos? No hay mejor combinación que la que ofrecen los chiles serranos.
Parece mentira, pero en algunos restaurantes poblanos nunca han oído hablar del chile serrano. Cada vez que los pido me llevan chile poblano o chile guachinango. Les explico cómo es y a qué sabe. Es inútil. No tienen. Y en su caso me ofrecen chile habanero. No está nada mal el habanero, pero yo me quedo con el serrano.
En un viaje a Europa, en 2014, fui con mi pareja de esa época a Italia. En particular a Florencia y a Roma. Y, por supuesto, a El Vaticano. En una tienda cercana, de lujo, me topé con varias latas emblemáticas con el mejor caviar de beluga, las mejores angulas y —¡oh, dioses!— una de chiles jalapeños La Morena. ¿Cuál cree el hipócrita lector que era la más cara? En efecto: la de La Morena.
En México, una lata de jalapeños costaba en esa época unos 60 pesos. En El Vaticano, ese día, andaba en los 45 euros. Es decir: unos mil pesos. Por supuesto, la compré. Era la única.
Algo que siempre me ha llamado la atención es que el creador de La Morena —don Félix Ayala— fue barrendero en la zona de Garibaldi —el barrio de los mariachis—, y entre los desperdicios de basura aprendió a separar el jitomate y el chile en buen estado. Por supuesto, empezó a venderlo sin contar que ese producto venía del basurero.
Con el tiempo se hizo de una camioneta absolutamente destartalada. A bordo de ese vehículo llegó a la región de Lara Grajales y encontró trabajo en alimentos enlatados La Cumbre, misma que con el tiempo fue vendida a Heinz.
Tras aprender lo que necesitaba, y ya con algunos ahorros, don Félix compró a pagos el local de La Cumbre, y les dio trabajo a cien empleados. Así nació La Morena, siempre en honor, faltaba más, de la Virgen de Guadalupe.
Hoy por hoy vende seis millones de cajas de chiles enlatados a todo el mundo y es la segunda marca de chiles más importante de México.
La única lata de chiles La Morena que encontré ese día en una tienda de El Vaticano había salido de las arcas de don Félix.
¿Qué santo emérito me habrá llevado a esa tienda de artículos de lujo?
¿San Peter, acaso?