Pepe Chedraui vivirá una Odisea.
Lo mismo que Tonatzin en San Pedro Cholula.
Lo que Guadalupe Cuautle en San Andrés Cholula.
En un largo paréntesis habría que decir que los recién llegados le echarán la culpa a los
que se fueron, así como los que se fueron, lo hicieron en su momento con los recién llegados.
(Poca imaginación y puro reciclaje de historias.)
Una Odisea en una isla de Lestrigones.
A lo que hay que sumarle los
casi 217 municipios en los que
habrá cambios de gobierno municipal.
El paso de los gobiernos municipales (2021-2024) finalizó sin pena ni gloria.
O con más pena que gloria.
De manera excepcional algunos gobiernos municipales salieron con más gloria que pena.
El incienso que la comentocracia quemó para los gobiernos (2021-2024) aún queda en
el aire.
Un sopor de fragancia que
muta a villanos en héroes y a
los héroes en villanos, pero que
deja intacto el peregrinar de las
clases dominadas.
Los gobiernos municipales
administraron la crítica.
La crítica se tornó alimento
de fast-food congelado.
El platillo más suculento para
lectores fue el boletín.
Un boletín por aquí.
Otro boletín por allá.
Boletín, right here!
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La hegemonía de la Cuarta Transformación en Puebla creará un paisaje mediático monocromático.
Algo así como colocarse lentes guinda Prada en ojitos miopes y astigmáticos.
La comentocracia, sabia y necesaria, como cateto de texto de Althusser.
Algo así como una cumbia permanente y sin Spotify ni audífonos.
La comentocracia, sabia y
necesaria, nos acusará de una
sintaxis rebuscada.
Algo así como una dosis de
Maruchan cuando esperabas
un paraíso gourmet.
La palabra “gourmet” es anti-periodística dictamina la H. Redacción.
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¿Y a dónde, a dónde estará nuestro Karl Krauss?
Krauss fue el lúcido ironista y periodista satírico a quien
Walter Benjamin le dedicó un
valioso ensayo.
Adversario acérrimo de la
monotonía mediática, Karl
Krauss, exhibió lo que cualquier devoto de Derrida sabría:
la mediocracia se nutre del lenguaje y lo filtra hasta desaparecerlo.
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Quizás este texto debió reescribirse así:
No hay ni Odiseas ni islas de Lestrigones.
Hay calles con baches.
Baches en las calles.
Déficits en los municipios.
Multiplicación de vendedores ambulantes.
(Morenistas vestidos de azulblue aunque su discurso suene izquierdosón.)
Transiciones fallidas.
Y mucho más.