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jueves, octubre 17, 2024

Feliz cumpleaños a mi

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Nací un 14 de octubre o eso recuerda mi mamá. Con mi hermana mayor no hubo pierde, nació un día después del grito de Independencia, mi hermana menor, un día del padre y el único hijo varón, un día de San Juan.

Mi nacimiento no tuvo referente, salvo que mamá llegó al
hospital en compañía de su suegra, mi abuela, porque papá esa
noche no llegó a dormir. Tal vez por eso papá olvida mi cumpleaños y, desde que ya no vive con mamá, suele felicitarme los 18 de octubre, fecha de su aniversario de bodas.

Cuando iba en la secundaria, mamá puso en duda mi fecha
de nacimiento, “creo naciste el 15 y no el 14, es que cuando me
embaracé de ti, supe que tu papá andaba de cabrón y eso me traía
toda pendeja”, soltó mi madre como para sentirse aliviada de no se qué.

Ese año celebré el 15, hubo regalos y abrazos como cada año,
pero también más incertidumbre que vida. Me sentí impostora
conmigo misma y decidí fijar mi cumpleaños el 14 por los siglos de los siglos.

Si Chavela Vargas pudo nacer donde se le dio la chingada gana, ¿por qué yo no cuando se me diera la chingada gana?

El día que cumplí 23, mi hermana menor me despertó con un abrazo y un regalo antes de irse a la universidad, aunque mamá no me hablaba, sabía que los jeans envueltos en una caja de zapatos me los había comprado ella y mi hermana solo era la emisaria.

Papá, en cambio, me dio dinero a regañadientes para inscribirme a clases de inglés. Estuve medio año insistiendo, puse de pretexto la titulación y no fue sino hasta que se lo pedí como regalo de cumpleaños que accedió.

Nunca he sido la favorita de papá y creo que tiene todo que ver con que no me vio nacer.

Conocí a mi esposo el día de mi cumpleaños y junto a él he
soplado 22 veces las velitas de mi pastel. Este año es la primera
vez que mi hijo, el futuro artista plástico, me da un regalo diseñado por él y que el menor sacrifica parte de sus ahorros para comprarme un libro.

Llego pues a los 45 años feliz y acompañada de los que quiero.

Las arrugas empiezan a notarse cada que sonrío; el temor al reflujo nocturno me obliga a cenar ligero; la señora perimenopausia me presentó a los estrógenos, sus mejores amigos y las canas comienzan a rebelarse por encima del tinte del pelo.

Este año, también, la vida me permite celebrarlo con ustedes
queridos hipócritas lectores, así que tomaré su lectura, sus rtws
y sus corazones como un ¡Feliz cumpleaños, Moni!

¡Feliz cumpleaños a mí!

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