Olimpia Coral Melo Cruz nunca se imaginó en 2013 —cuando un video de contenido íntimo y sexual suyo estaba siendo noticia en Huauchinango, su pueblo— que once años después, en el primer día como presidenta de México, Claudia Sheinbaum incorporaría como una de sus cien prioridades la necesidad de fortalecer las medidas de protección para las mujeres en materia de violencia digital, lo que se conoce como Ley Olimpia.
Tras vivir un infierno, una vez detonado el escándalo, y luego de que durante ocho meses intentó suicidarse en varias ocasiones, Olimpia fue saliendo a flote gracias al brutal apoyo de Josefina, su madre; su hermana Abi y su abuela materna: cuatro mujeres juntas enfrentando la misoginia y el delirio morboso de una sociedad absolutamente enferma, machista y vulgar.
Tras concluir sus estudios de abogada, y en proceso de recuperación del trauma sufrido, Olimpia inició una cruzada para defender a las víctimas, como ella, de la denominada violencia digital.
Y en esa cruzada fue encontrándose centenares de chicas violentadas y exhibidas por sus novios, quienes de inmediato se sumaron, con enorme valentía, a su inédita causa.
Cuando la conocí, en 2014 —en un concurso de oratoria organizado por el PRI poblano en el cual le robaron el primer lugar—, supe que estaba frente a una mujer inteligente, hermosa, tenaz y muy valiente.
Y con esas armas fue ganando espacios en un país que toleraba y propiciaba el uso de las mujeres como esclavas sexuales.
Muchos de los diputados locales y federales que empezaron a discutir en sus congresos las iniciativas de la Ley Olimpia eran feroces consumidores de sexo en los “tables” que se multiplicaban en todo el país o tenían grupos de chats en los que compartían videos sexuales.
Pero Olimpia no se dobló ante las ineptitudes de la inepta cultura machista —parafraseando a López Velarde—, y pronto la Ley Olimpia empezó a ser aprobada en todas las legislaturas.
El Congreso de Puebla fue el primero en votar afirmativamente por la creación de esa ley que ya ha metido a la cárcel a un buen número de agresores.
En la Ciudad de México, Olimpia obtuvo el apoyo inmediato de la entonces jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.
Y es que la hoy presidenta de México se volvió una activista de esa ley en el Congreso local y en el federal.
En consecuencia, pronto obtuvo el aval de la Cámara de Diputados (federal) y el Senado.
En octubre de 2023, el congreso argentino aprobó la Ley Olimpia y el de Colombia está metido ya en esa pista.
Dos años antes, en 2021, la chica huauchinanguense que fue grabada por su novio en un video íntimo fue designada por la influyente revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo al lado de Tom Brady, Elon Musk, Kamala Harris, Joe Biden, Donald Trump, Xi Jinping, Kate Winslet, Scarlett Johansson, Britney Spears, Simone Biles y Tim Cook, entre otros.
Y justo en el zócalo de la Ciudad de México, este martes 1 de octubre, tras ser investida como presidenta de México, la doctora Claudia Sheinbaum incluyó el fortalecimiento de la Ley Olimpia entre sus 100 puntos de compromiso de gobierno.
En el momento de la mención no pude dejar de pensar en mi querida y admirada Olimpia, y todo lo que hemos vivido como entrañables amigos y paisanos a lo largo de estos últimos diez años.
Un último hecho la retrata brutalmente:
En abril de este año, en Huehuetla, Puebla, Olimpia enfrentó la violencia machista y una persecución amenazante durante un buen (mal) rato.
En dos ocasiones enfrentó también la burocracia de los ministerios públicos de Zacatlán y Huehuetla, por lo que se mantuvo largas horas rindiendo su declaración.
Pero eso no la desanimó.
Y en otra larga audiencia de 11 horas logró que su agresor quedara vinculado a proceso por los delitos de ultraje a la moral, daño en propiedad ajena y lesiones dolosas.
El juez le impuso, faltaba menos, prisión preventiva oficiosa.
Qué valor, sí, y qué tenacidad la de esta joven abogada que lo mismo es invitada a la sede de la ONU, en Nueva York, que a la gran gala de la revista Time, también en Nueva York, junto a Bill Gates y los personajes mencionados líneas atrás.
Terrible, querida Olimpia: ¡Bebamos!