Carlos Chimal
Fabiola Gianotti
Lo que dio inicio hace setenta años como una empresa dedicada a la ciencia pura, cuyo objeto era el estudio del átomo para la paz y el progreso, pero restringida a los países de la Comunidad Europea, con el tiempo se transformó en una organización internacional que acepta otros miembros asociados, e incluso la participación de grupos de investigadores y tecnólogos de países que no pueden pagar la cuota millonaria para adquirir el estatus, como los latinoamericanos, si bien en fecha reciente Brasil ya forma parte del selecto grupo. En algún momento llegó a haber ingenieros y físicos iraníes, algunos con muy buen bagaje matemático.
En años recientes nuevas generaciones han tomado la estafeta. A lo largo de varias décadas he sido testigo de cómo ha crecido la comunidad iberoamericana en un sitio dominado por investigadores anglosajones, en particular después de la negativa, en 1993, de seguir construyendo un Súper Colisionador Súperconductor en territorio texano. Su aportación es tan valiosa y real como el largamente esperado ascenso del sexo femenino en tareas de estrategia, decisión y construcción de los diversos proyectos que aquí se llevan a cabo, sin olvidar a quienes tienen otras preferencias de género.
Sin embargo, no es algo que no haya costado, que no haya provocado fricciones y lucha en la arena (pasillos, comités, asambleas, entrevistas súbitas con el director general). Todavía en 2018 un impresentable investigador hizo escándalo en los pasillos, pues se sentía víctima de un grupo de “feminazis”. Semanas más tarde fue separado de la comunidad con el aplauso de la mayoría abrumadora de la comunidad.
Fabiola Gianotti es la primera mujer que dirige el CERN. La conocí cuando tenía a su cargo el grupo que estaba a punto de encontrar el bosón de Higgs (por una distorsión mediática, mal llamada “partícula divina”). Ella, al igual que muchas otras investigadoras, han renovado en las últimas tres décadas el espíritu de trabajo constante y de calidad de este laboratorio gigantesco, llamado por algunos “la Ciudad Escéptica”.
Hablamos animadamente de compositores pianistas, pues ella misma es aficionada seria a la música. De hecho, me confesó, estuvo a punto de dedicarse de manera profesional a la música. “¿Conciertos y toda la cosa?, pregunté, “y toda la cosa”, respondió ella, sonriente.
Gracias a Fabiola he podido disfrutar del talento de Beatrice Rana, artista contemporánea, y de otras como Francesca Caccini, quien desde muy joven destacó debido a su virtuosismo, reconocido en la corte de los Médici de Florencia, a fines del siglo XVI. Pero no serían ni el arte ni la historia, sino la aventura del pensamiento filosófico implícito en la cacería de partículas lo que la atrajo en forma irremediable.
Peter Jenni
Hay quienes bromean con el hecho de que es muy difícil toparse con un suizo en en Suiza, sobre todo en Ginebra, sede de diversos organismos internacionales como es la ONU y,por ende, de personas de todas partes del mundo que vienen por lo común unos días, muchos de ellos ataviados con sus trajes típicos, y desaparecen. Sin embargo, Peter es un suizo, de trato amable, incluso diría cálido. Participó desde la década de 1970 en diversos experimentos trascendentales en la cacería de partículas subatómicas, el más reciente de ellos, ATLAS, en donde fue colaborador clave hasta su retiro, en abril de 2013. También participó en el diseño del Gran Colisionador de Hadrones durante la década de los noventas.
Lyn Evans
El galés Lyndon Rees Evans es un buen conversador, siempre propositivo y recio. Algunos lo conocen como “Evan the Atom”. En su calidad de veterano en el diseño, construcción y manejo de aceleradores de partículas, me habló de su larga trayectoria. Levantó sus primeros pinitos aquí, en Ginebra, el año de 1969. Trabajó entre 1988 y 1993 en el fallido Súper Colisionador Súper Conductor de Steven Weinberg, que habría de construirse en Texas. El año siguiente se convirtió en líder del SPS (Súper Sincrotón de Protones), estuvo a cargo del diseño del LEP (Gran Colisionador de Electrones y Positrones). En 1995 él y su equipo presentaron el prototipo del Gran Colisionador de Hadrones, del que fue responsable principal; trece años después estuvo involucrado en el diseño de un Súper LHC. ¡Súper Lyn!
Robert Cailliau
La primera vez que charlamos acababa de crear para la compañía Apple su primer navegador a fin de que las computadoras Macintosh se incorporaran al en ese entonces nuevo mundo de la World Wide Web (WWW). Robert es un paladín de la ingeniería informática, pues realizó notables innovaciones en el procesamiento de los millones de datos emanados de los aceleradores de partículas de CERN, y su difusión entre los interesados alrededor del mundo. Vino a Ginebra muy joven, en 1974, cuando inició la década dorada de esta física. La cacería de partículas subatómicas se hizo, primero, a ojo pelón, y, hasta los años cincuenta del siglo pasado, mediante procesos semi automáticos, electromecánicos. Incluso en los inicios de experimentos relativamente recientes de CERN, como el UA1 (1981-1990), la computadora escribía el registro completo de una colisión interesante, y mientras tenían en espera el rastro de otras tres mil colisiones que podía ser pertinente registrar. Artífice del hipertexto, junto con sir Tim Berners-Lee y un equipo de avezados ayudantes, creó la mencionada WWW, posterior al primer internet y antecedente del que usamos en la actualidad.
Brian Cox
Estudió física, si bien se dedicó a conducir notables programas de divulgación científica, patrocinados por la BBC de Londres. Brian es una estrella de la popularización de las ideas y descubrimientos que afectan nuestra vidas; sus emisiones gustan porque su presencia es agradable y su discurso, fluido, lleno de aspectos que permiten comprender de manera expedita la idea a transmitir. Durante el sexagésimo aniversario del CERN él fungió como maestro de ceremonias de las presentaciones, cuyo espíritu se vio reflejado en un barco de papel que, a pesar de su fragilidad y los diversos escollos que habrá de sortear en el camino (llámense incógnitas científicas y cuestionamientos socio–políticos), arribará a buen puerto, el de la certidumbre fáctica, experimental. “Estoy muy complacido de pertenecer a una comunidad tan imaginativa”, aseguró.