Tal vez, aquí valdría retomar aquella frase conocida del argot político que dice: “el poder se ejerce, no se comparte”.
Se puede afirmar que así ha sido después del
proceso electoral de 2018, cuando tomaron el poder y empezaron a gobernar con Andrés Manuel
López Obrador. Ahora las cosas no serán distintas, con la presidenta electa, Claudia Sheinbaum;
lo seguirán ejerciendo a plenitud total.
Los 35 millones, 924 mil, 519 votos que obtuvo le dan más que legalidad, toda la legitimidad
social y política. Además de espacios amplios de
maniobra en el Poder Legislativo, puesto que han
logrado una mayoría muy amplia para poder llevar a cabo su llamada transformación o segundo
piso, como ellos le llaman.
Por lo mismo, esta transición de terciopelo no
tiene ningún contratiempo, lo están haciendo de
un mismo gobierno a otro, sin alteración alguna,
bajo el sello de ser del mismo grupo político que
por un segundo sexenio mantendrá la continuidad en el país.
Tuvieron que pasar varias décadas y períodos
sexenales, desde aquel México, contemporáneo
(PRI), para volver a ver, una composición de mayoría calificada en la Cámara de Diputados, en
donde ganaron 219 distritos federales en coalición y 37 como partido (Morena), es decir con la
asignación hecha por el INE, de las diputaciones
plurinominales, tendrán 364 legisladores de los
500, que componen el Congreso.
Lo mismo sucederá en el Senado de la República, en donde tenían 83 senadores y con la suma
de los dos representantes de lo que fue el PRD,
llegaran a tener 85, faltándoles solo uno, para logar su ansiada mayoría calificada.
Con lo anterior, solo queda demostrado que la
oposición pasará a jugar un papel testimonial y
marginal, no son contrapeso alguno y no la requerirán para tomar acuerdos o negociar en la
conocida Junta de Coordinación Política. El bloque en el poder está en condiciones de aprobar
las reformas legales y políticas que quieran.
El “bono democrático”, que les fue dado en los
pasados comicios, es muy abundante y no tiene
desperdicio alguno. Salvo los errores que puedan
cometer para perder dicho capital político.
La nueva mayoría legislativa que entrara en
funciones el 1 de septiembre tiene las condiciones para empezar el proceso legislativo de su tan
ansiada Reforma Judicial, que sigue estando en
las primeras planas de la discusión política del
país. Misma que fue impulsada por el propio presidente como una de sus últimas estrategias de su
sexenio, para cambiar el actual sistema judicial
en México, algo que sigue siendo incierto y con
muchas preguntas.
Por eso, es obvio que Claudia Sheinbaum, decida que sus coordinadores en la Cámara de Diputados, sea Ricardo Monreal, un sujeto político,
con amplia trayectoria y capacidades legislativas
que fortalecerá sin lugar a duda un frente fundamental para el proyecto que impulsaran.
Al igual
que en el senado, con Adán Augusto López, quien
coordinará los trabajos con los senadores del bloque mayoritario.
Con el entramado del Poder Legislativo, han
empezado asumir la gobernanza pública y solo
esperaran la toma de posesión en octubre. Para
quedar configurada la nueva elite de poder en
este país.
Conclusión: El bono democrático, no significa abusos de poder, mucho menos aplastar a las minorías o tentaciones autoritarias. A partir de
octubre podremos observar cómo asumirán los
grandes retos que sigue teniendo este país.