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jueves, septiembre 19, 2024

Había una vez unos lobos…

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Al tiempo que el gobernador Sergio Salomón y la rectora Lilia Cedillo van inaugurando Ciudad Universitaria 2 —la cual en su momento albergará 30 mil estudiantes—, don Alfonso Yáñez, gran historiador de la izquierda poblana y de la universidad, me va haciendo la crónica de la vieja universidad en la que se enfrentaron los carolinos contra los Fúas.

Al ver a don Víctor Sánchez, arzobispo de Puebla, se preguntó en voz alta hace cuántos años que no se veía una escena similar.

—Creo que desde los tiempos del rector Rivera Terrazas y el arzobispo Márquez y Toriz no se veía la presencia del clero en un acto universitario —me dijo.

—¿En qué año ocurrió eso? —le pregunté.

—Allá por 1960. Fue en el arranque del año académico. Pero en 1961, el tema de la naciente revolución cubana los divorció —puntualizó.

El gobernador y la rectora se ven más que contentos.

Y cómo no, si en tiempo récord se construyeron los edificios que de entrada recibirán en las próximas semanas a cuatro mil alumnos.

Conforme van creciendo los discursos, el maestro Yáñez se sorprende.

Y tiene un comentario para cada cifra.

O una expresión de asombro.

Una charla entre el gobernador y la rectora fue el inicio de esta obra monumental que marcará un antes y un después en la vida de la universidad.

Y los más felices son los miles de estudiantes que cada año eran rechazados.

En ese punto se detiene el gobernador, y se emociona.

Desde su lugar en el presidium, la rectora comparte esa emoción.

Cosas de la vida, hace apenas unos años las hostilidades se habían metido de lleno entre el gobernador Miguel Barbosa y el rector Alfonso Esparza.

Y fueron creciendo a grados inimaginables.

En ese contexto sobrevino la sucesión en la BUAP.

Una noche de sábado, en un jardín de fiestas cercano a Casa Aguayo —en el contexto de una boda—, quien esto escribe le sacó a colación al gobernador Barbosa el tema de la doctora Lilia Cedillo.

Su respuesta fue una señal luminosa para el equipo de la doctora.

A partir de entonces se suscitaron hechos brutales que culminaron con su victoria: una victoria aplastante.

Faltaba menos.

No faltaron en esta trama un mensaje siciliano, un pataleo azteca y un coro de amarga cólera.

El poder político, no podía ser de otra manera, también existe en la universidad.

Qué decir de los tiempos de José y Enrique Doger, o de Enrique Agüera y Alfonso Esparza.

Pero hoy por hoy, es la rectora Cedillo la gran revelación de la política universitaria.

Su voz discreta, hay que decirlo, hizo creer a algunos que no podría con los lobos que merodean el Edificio Carolino o la Torre de Rectoría.

Esos lobos hoy se han vuelto de cartón o de papel maché.

Polvos, pues, de viejos lodos.

Y frente a todo esto, y en pleno discurso de la rectora, el maestro Yáñez suelta un ‘ha mejorado muchísimo’ que no deja lugar a dudas.

“Yo la conocí cuando era una joven promesa en el mundo de la ciencia. Quién iba a decir lo que veo ahora”, remata.

Y suelta una carcajada repleta de una emoción profundamente universitaria.

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