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jueves, noviembre 21, 2024

¿Y la justicia a Lydia Cacho?

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Han pasado 18 años desde que Mario Marín Torres comenzó el calvario que sepultaría todas sus aspiraciones políticas. Aunque por tres lustros evadió la justicia sobre el caso de tortura de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, sorpresivamente en febrero de 2021 fue capturado y trasladado al penal de Cancún, Quintana Roo, para que respondiera por sus fechorías. La justicia llegó cuando nadie se lo imaginaba y en el momento en que el priista pensaba que podía regresar a su activismo político. Tras 18 años, solo Mario Marín es el único que se niega a reconocer que es un impresentable y hasta su liberación condicionada otorgada por una juez, este pasado fin de semana, abona para que el estigma permanezca indeleble. Mucha tinta ha corrido sobre el exgobernador poblano. No es para menos, el oriundo de Nativitas se convirtió en uno de los mejores objetos de estudio para politólogos, activistas y sociólogos. Su caída fue casi como el guion de una película: una periodista es encarcelada por un político corrupto tras dar a conocer una red de pederastas. El objetivo era callarla a como diera lugar y vengarse de su osadía. Pero detrás de todo el escándalo, todavía existe una pregunta sin responder: ¿Hasta cuando Lydia Cacho tendrá justicia? El audioescándalo en el que se vieron involucrados Mario Marín y el empresario Kamel Nacif Borge surgieron de una filtración de la esposa de este último y fueron utilizadas por el gobierno de Vicente Fox Quesada para que el gobernador priista dejara ganar sin problema al candidato presidencial del PAN Felipe Calderón Hinojosa. Ya lo sabe, Puebla es el cuarto padrón más grande del país y un triunfo azul en esta tierra sería crucial ante la elección tan cerrada, con empate técnico, que se vivía en 2006. Tras cumplir con el acuerdo, Mario Marín gobernó a sus anchas, desprestigiado y repudiado, pero manteniendo el control del estado. En la elección intermedia local arrasó por completo en el Congreso local y municipios. Hasta la Iniciativa Privada se convirtió en un perrito faldero que movía la cola cada vez que su patrón se los pedía. Y cómo no iban a hacerlo si les entregó la multimillonaria bolsa del Impuesto sobre Nómina para que lo manejaran como les diera la gana. Ya sabe, a la ultraderecha, aparte del pecado concupiscente, lo que más le encanta es el dinero. Mario Marín fue exonerado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, con el voto a favor de Olga Sánchez Cordero. Lydia Cacho pasó a un segundo término. Fue hecha a un lado por las negociaciones político-electoral y cuando se obtuvieron los resultados deseados se dejó libre al impopular priista a pesar de que se había conocido de primera mano un concierto de complicidades para perjudicar a la periodista. El recurso legaloide se impuso. Hoy que Mario Marín seguirá su proceso en arraigo domiciliario, Lydia Cacho nuevamente alza la voz para exigir justicia. La misma que durante 18 años se le ha negado y que todo indica que nadie le quiere otorgar.

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