Después del tsunami electoral ocurrido en México, los partidos políticos sufren una de sus peores crisis. La estrategia de coaligarse para conformar la alianza Va por México del PRI, PAN Y PRD, entre ellos eternos adversarios casi a morir y que, sin embargo, se envalentonaron. Las primeras declaraciones fueron casi lapidarias.
Alejandro Moreno, Alito, presidente nacional del PRI, afirmó previo a las elecciones: “se creará un frente político amplio, de la mano de la sociedad civil”; y fue más contundente “ningún retazo de Morena tiene cabida”, sentenció. “Las elecciones se ganan con votos, no con gubernaturas”, recopiló la prensa en su momento.
El polémico Marko Cortés del PAN, al igual que Jesús Zambrano, coincidieron que dicha coalición funcionaria ya que se ve potente y competitiva.
“Demostramos al oficialismo que cuando vamos todos juntos, trabajando en equipo, no hay nadie que nos gane”.
A estas fechas esas frases retóricas ya forman parte de la historia.
Al interior cada uno de ellos tienen serios problemas para permanecer con sus cuadros originales.
El que sufrió las mayores consecuencias como todo mundo lo sabe es el PRD, aquel partido que representaba lo más emblemático de la izquierda en su momento quedó sin registro. Su bajo porcentaje obtenido dejó en la orfandad a aquellos que se mantenían con la fe puesta en ellos hasta antes de la unión de partidos.
Acción Nacional ya no ve lo duro sino lo tupido.
Muchas figuras de una auténtica cepa han partido de sus filas como Francisco Fraile García, quien tras 50 años de militancia anunció su renuncia. Javier Corral, quien tras 41 años también abandonó sus filas sentenciando: “tomo distancia del PAN desde que se aprobó la alianza con el PRI”; acusó que dirigentes del partido son “mediocres”.
El PRI no ha sido la excepción, la crisis que enfrenta el viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI) se agudizó con la renuncia de cientos de sus miembros y cuatro senadores, con lo que la organización ha pasado a ser la cuarta fuerza política en el Senado. Los senadores Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila Villegas y Nuvia Mayorga Delgado fueron los primeros en desligarse. Últimamente Francisco Labastida cree que Alejandro Moreno se aferra al PRI para no ir a la cárcel.
El PRI, fundado en 1929, fue el partido hegemónico en México durante siete décadas al mantener la presidencia de forma ininterrumpida de 1929 a 2000. Logró volver a gobernar entre 2012 y 2018.
Ya todo es historia.
Ni el desplegado en su momento de algunos intelectuales del país en un plan desesperado ayudó al avance de la fallida estrategia electoral por vencer al partido gobernante.
La verdadera problemática está en que todo el tiempo en que gobernaron estos institutos políticos beneficiaron a un sector selecto de la población y ahora hasta los mismos beneficiados les cobran la factura.
Hay una verdadera lucha intestina de los que quieren permanecer contra los que opinan que hay que regresar a sus orígenes. Incluso esta recomendación se las hizo en una mañanera el propio presidente de la República Andrés Manuel López Obrador.
Ese esquema se repite en los municipios. Antes la pugna por mantenerse en la dirigencia de los partidos políticos era a estas alturas una prioridad tanto de la autoridad electa como de los posibles dirigentes. Algunos mantienen espacios pequeños en renta. En otros ya solo se ven los letreros deslavados de lo que fueron sus colores.
