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sábado, noviembre 23, 2024

Breves notas sobre dirigencias partidarias

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Si bien es cierto que hasta el 1 de septiembre se instala el Congreso General, para iniciar su primer periodo de sesiones y posteriormente, por las reformas que se han hecho, por primera vez tomara posesión la nueva presidenta, el primer día de octubre, dos meses antes de lo antes establecido.

Obvio que durante este periodo el Tribunal Federal Electoral, declarará la validez legal de las elecciones del pasado 2 de junio y Claudia Sheinbaum, será la primera mujer que gobernará al país.

Pasando estas etapas de las elecciones más grandes y del avasallador triunfo de Morena, ahora estamos presenciando nuevamente el ciclo eterno de la renovación de las dirigencias partidarias; por supuesto, no en todas estas organizaciones, pero sí, entre las principales fuerzas partidarias.

Por ejemplo: en el partido del poder (Morena), ante la salida del actual dirigente, Mario Delgado, quien será secretario de Educación, sus órganos de dirección serán convocados para emitir su convocatoria y así elegir a la nueva líder nacional.

Aunque por la información vertida, todo indica que será Luisa María Alcalde Lujan, secretaria de Gobernación, la que asuma la dirigencia de este partido. Más aún ante la renuncia anticipada de Citlali Hernández, quien ha dicho que se baja de la contienda.

Esta organización no tiene problemas visibles de divisiones, mantiene su unidad interna y son pocos sus grupos de presión. Seguirán con el mismo proyecto del segundo piso de la transformación y serán un instrumento necesario para la presidenta electa.

Por lo que toca al PRI, leo con atención muchas opiniones y algunos análisis sobre su crisis y la eminente desaparición, también sobre la reelección del dirigente nacional (Alejandro Moreno Cárdenas), quien busca seguir manteniendo el poder. Sin embargo, diré que es muy rápido para anticipar los funerales del Revolucionario Institucional, como algunos señalan, lo están enterrando antes de tiempo.

En 1980, después del registro legal del extinto PCM (Partido Comunista Mexicano), la vieja izquierda pensó que había llegado el momento histórico de la derrota del partido de Estado, pensaron que las condiciones estaban dadas y esa utopía electoral nunca sucedió.

En 1988, de nueva cuenta, la presunta izquierda partidaria, volvería a cometer los mismos errores y anticiparía la derrota junto con el derrumbe del tricolor (PRI). Sostenían que la salida del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano y su candidatura, eran la punta de lanza para poder ganar, porque las masas priistas optarían por él, otra vez sería una mera ilusión pasajera.

En 2024, vuelven a vivir una nueva crisis política-electoral; tal vez, la más cruenta de todas las demás, la de 2018, fue la antesala de su debacle en términos electorales. Hoy perdieron sus bastiones tradicionales en todo el país, serán solo testigos en la Cámara de Diputados, porque no tendrán peso político.

Tienen un grupo importante de militantes, exdirigentes nacionales y exgobernadores que impugnaran los acuerdos y las modificaciones estatutarias que recientemente hicieron en su Asamblea Nacional, para permitir que Moreno Cárdenas, vuelva a reelegirse hasta por dos ocasiones.

Una pugna que llegará hasta el final y que les llevará tiempo en los tribunales electorales, que los desgastará aún más. Sin embargo, este partido, no desaparecerá en lo inmediato, porque tienen la habilidad para transformarse en cada coyuntura nacional y aún cuentan con un capital de cinco millones 736 mil 759 votos y sus prerrogativas de este año que sumaron mil 874 millones 262 mil 588 pesos.

En lo que respecta al PAN, también tendrán la renovación de su dirigencia nacional, puesto que Marko Cortés Mendoza, asumirá su cargo de senador y tendrán que decidir quién lo deberá conducir, en un contexto nada favorable para esta expresión de derecha.

Porque no solo perdieron la Presidencia, también dejaron en manos de Morena, algunos de sus bastiones más importantes del país. Su fracción parlamentaria tendrá poca fuerza para debatir y no serán contrapeso de nada.

Su debacle electoral es pronunciada a pesar de seguir siendo la segunda fuerza política como partido a nivel nacional. Por más que el grupo de panistas que mantiene el control partidario quiere esconder sus problemas internos, estos están presentes y piden cambios en la conducción del panismo.

Marko y su grupo, no quieren que les arrebaten su partido, tampoco reconocen la gran pérdida de votos que tuvieron en el pasado proceso electoral.

Para eso han creado un organismo interno que procese gradualmente sus convocatorias y el relevo de la dirigencia nacional, sin escándalos.

La derecha electoral no es muy dada a los debates entre ellos, mucho menos a las confrontaciones y los cambios. Todo lo tratan de resolver desde lo más íntimo de su partido, no se han dado cuenta que han dejado de ser una opción para los ciudadanos y que su proyecto político ha fracasado.

No son oposición al gobierno como lo fueron ayer, tampoco representan nada nuevo para los sectores emergentes de la sociedad. Solo seguirán funcionando como partido electorero, disputándose los espacios políticos y las prerrogativas: mil 912 millones 086 mil 996 pesos.

Conclusión: Los dos principales partidos opositores en México (PRI, PAN) están sumergidos en sus propias contradicciones, uno más que el otro. No desean renovarse y solo quieren seguir manteniendo el control de sus organizaciones.

Han dejado de ser oposición porque sus derrotas electorales los han llevado a la marginación y al mero testimonio. Muy grave para la vida democrática de un país, que necesita de contrapesos.

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