Desde hace muchos años, la Universidad Iberoamericana Puebla dejó de ser una institución que aglutine a las diferentes corrientes de pensamiento para que coexistan en su seno y generen una pluralidad de ideas a favor de su comunidad universitaria. La Ibero Puebla es hoy un receptáculo de activistas disfrazados de académicos que han hecho creer que su visión sobre la realidad social es única y válida. La institución tuvo la oportunidad de mutar a una casa de estudios vanguardista, con un fuerte arraigo democrático y alto espíritu ignaciano, pero los últimos rectores prefirieron dejar el control a un grupo de docentes que tienen un grave problema: son la izquierda trasnochada que se siente moralmente superior, para imponer una forma de ver las cosas. Esa radicalidad, por cierto, es muy comodina. Con Rafael Moreno Valle Rosas, por ejemplo, sus críticas pretendían ser puntuales, aunque en realidad no pasaban de ser un simple llamado a misa. La mejor muestra es que frente a su ojos tenían la mejor oportunidad para demostrar su vena social, pero decidieron quedarse en el clóset académico. Esta equivocada forma de jugar a ser académicos y activistas solo ha propiciado su aislamiento. Otro ejemplo evidente es Andrés Manuel López Obrador. El presidente no ha pasado por el tamiz de su radicalidad. Ah, pero con Enrique Peña Nieto no dejaban pasar un día sin difundir un comunicado en donde expusieran los abusos y la pérdida de tino del priista. Un caso más cercano es el de la Universidad de las Américas Puebla. El rector Manuel Aceves Araiza y sus maestros activistas han sido muy permisivos ante un desfalco insultante por parte de la familia Jenkins de Landa. ¿Acaso no vale una condena, desde su posición moral de izquierda, al problema que desencadenó la crisis que terminó convirtiendo como rehenes a padres de familia y estudiantes? ¿En serio ni una sola palabra? Por el contrario, los iberos decidieron abrir sus instalaciones para recibir a los estudiantes, y con ello avalaron la lucha de #UdlapLibre, los Jenkins y sus voceros. Pero esa situación tampoco es circunstancial. Lo que no dicen es que el mismo grupo de activistas que tienen secuestrada a la Ibero tiene muy estrechas venas de comunicación con diferentes directivos de departamentos de la casa de estudios cholulteca. Golpear a la rectora Cecilia Anaya Berríos conlleva el riesgo de que sus aliados-cómplices sean defenestrados, de ahí su silencio cómplice. Es por eso que ahora que la Ibero Puebla, a través de diferentes institutos y centros, dice que está dispuesta a fungir como mediadora en el caso del conflicto entre pobladores de la zona de Cholula con la empresa Bonafont, es inevitable tener más dudas que certezas. ¿La Ibero es garantía como mediadora? Sí, siempre y cuando defina con claridad una hoja de ruta en la que compruebe precisamente ser constructor de acuerdo y no ser defensora de una de las partes, una práctica muy recurrente entre ellos. ¿Es válido que participen? Sí, pero primero deben dejar en claro que no es un mero oportunismo en su afán por querer quedar bien con una parte. La sospecha sobre su imparcialidad en el tema no fortuita. Sus acciones llevan a ponerlo sobre la mesa y plantear la pregunta: ¿Buscan una solución o pretende montarse en un conflicto para alimentar un interés poco claro?
Una activista muy mañosa
Vaya escándalo en el que se encuentra sumida, una vez más, la activista Rosario Piedra Ibarra que cobra -y muy bien- como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Resulta que, tras hacer una revisión a las finanzas del organismo, le encontraron una serie de cochupos en la asignación de 16 millones de pesos por una serie de contratos sin que mediara licitación pública. El asunto no es menor, ya que esta anomalía evidencia que la activista no entiende que es funcionaria y, en lugar de hacer bien las cosas para las que se le pagan, se ha dedicado a golpear sistemáticamente a todos aquellos que no son sus amigos, aliados o cómplices. Su radicalidad y estalinismo es tan grave que tuvo que salir un grupo más radical que ella para la pusiera en su lugar, no sin antes tomarle las instalaciones de la CNDH por varias semanas y la exhibiera como lo que es: una activista con agenda propia. Uno de los personajes que ha tenido que enfrentar el embate perverso de Piedra Ibarra es el gobernador Miguel Barbosa Huerta. La diferencia con otros estados, es que en Puebla se ha topado con pared e incluso con un mandatario que le ha dado clases de derecho respecto a las irregularidades cometidas en las recomendaciones que ha emitido. En su afán persecutor, por ejemplo, la activista no ha tenido empacho en defender a impresentables que representan todo lo que dice combatir. Ahora la señora activista de las causas sin sentido tendrá que enfrentar la consecuencia de sus actos. Veamos si tiene los mismos tamaños que usa para amedrentar a los que no piensan como ella. Pobre México, tan cerca de activistas de este tipo y tan lejos de un Estado de derecho.