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jueves, noviembre 21, 2024

Fuera caretas

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Primer acto: El misil  

La condena fue casi unánime. 

Lo fue porque a muchos les pareció un abuso de poder, o hasta un delito, que un presidente sin filtros (¿o sin frenos?) haya exhibido el salario de un periodista. 

Lo que vino después fue una reacción exagerada, sobredimensionada, con muchísimos actores. 

 

*** 

 

Segundo acto: El asalto 

El reportaje de Mexicanos Contra la Corrupción e Impunidad, que fue dado a conocer por Latinus, dejó en claro que en esta trama lo único que hay de cierto es la lucha encarnizada por el poder. 

La mira está puesta en el 2024. 

Y unos y otros van con todo.  

Se insultan. Se amenazan de manera soterrada o ante cientos de miles de espectadores. 

Lo que hay es un brutal ajuste de cuentas. 

¿La lucha es por el poder o por no poder? 

 

*** 

 

Tercer acto: Las carcajadas 

Ni la libertad de expresión, a quienes algunos consideran la madre de los derechos humanos, ni la democracia están en peligro en México. 

No por ahora. 

Al menos no por el fuego cruzado que mantienen el presidente y un comunicador, a quien han secundado muchísimos interesados. 

Los dos siguen en sus trincheras y dicen y hacen lo que quieren. 

 

*** 

 

Cuarto acto: Sin respuesta 

En esta lucha por el poder, el presidente de la República no ha podido responder a cada uno de los señalamientos hechos por el periodista. 

No pudo. 

Y cuando lo hizo fue tarde y mal.  

La duda queda. 

Y quema. 

¿En el entorno familiar del presidente, hijos, hermanos, primos, hay corrupción o tráfico de influencias? 

¿Qué autoridad nos resolverá el entuerto? 

El caso, está clarísimo, no se resolverá en los tribunales en este sexenio. 

Quizá nunca, como tantos, tantísimos más. 

El juicio, la sentencia, será social. 

Y será inapelable.  

Gratis, sin Consulta de por medio. 

Con eso se han tenido que consolar millones de mexicanos. 

La revolución judicial que la mayoría espera no llega. 

Sabrá dios cuándo. 

 

*** 

 

Quinto acto: Almas nobles 

¿Alguien puede creer que el reportaje que nos ocupa y que Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad dio a conocer a través de Latinus fue casual? 

¿Alguien desconoce todavía que el reputadísimo Claudio X González, una de las cabezas visibles de la organización, fue un honorable miembro de Televisa, la empresa que durante décadas se ufanó de ser soldado del PRI? 

¿Alguien duda que María Amparo Casar, la presidenta ejecutiva de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, fue la jefa de asesores del panista Santiago Creel, a su paso por la Secretaría de Gobernación de Vicente Fox, y que hoy quiere ser candidato al gobierno de la Ciudad de México? 

¿Alguien pondrá en duda que la señora Casar fue artífice del desafuero de Andrés Manuel López Obrador cuando éste era jefe de Gobierno del Distrito Federal y que, en esa aventura, embarcó a sus jefes: Vicente Fox y Santiago Creel? 

¿Saben que en la impoluta trayectoria de la presidenta ejecutiva de Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad esconde que ella y su hijo, Carlos Márquez Padilla Casar trabajaron en el gobierno de Enrique Peña Nieto? 

¿Para alguien es desconocido que Carlos Fernando Márquez Padilla, el marido de la doctora Casar, murió en un trágico episodio el 7 de octubre de 2004? El hasta entonces coordinador de asesores de la Dirección Corporativa de Administración de Pemex cayó del piso 12 de la Torre de Pemex. Se dijo, sufría una profunda depresión (de la que todos podemos ser víctimas), pero también que era investigado por presuntos hechos de corrupción. La entonces Procuraduría de Justicia del Distrito Federal determinó que se trató de un suicidio. El caso fue archivado de inmediato. 

¿Alguien duda que Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad vive de donativos y nada más que de los donativos surgidos de los corazones nobles y generosos de millones de sus compatriotas? 

¿Alguien duda que a Claudio X González le encantaría estar en la boleta presidencial del 2024 y ser el candidato ciudadano? 

¿Alguien sabe a qué se dedica esa otra respetabilísima organización que el mismo González encabeza: Sí por México? 

¿Tiene algo de malo que los dueños de Latinus sean el hijo y el yerno del tabasqueño Roberto Madrazo Pintado entre otras bellísimas personas? 

 

*** 

 

Sexto Acto: Espanto y horror 

La reacción del medio periodístico a la revelación del salario de uno de los suyos (millones más o millones menos) fue, en general, de espanto y horror. 

Vamos, que se desgarraron sus impolutas vestiduras. 

Si hoy lo tocan a él, igual mañana nos tocan a nosotros. 

Del otro lado. Ya se sabe: los matraqueros de siempre, los que le aplauden como focas al emperador en turno (algunos desde la mismísima nómina oficial). 

Habría que serenarse y repasar la historia reciente en este país. 

¿A qué presidente le gusta la crítica? 

¿Cuál de los presidentes de México no (ab)usó del aparato del Estado para conocer toda la información sobre sus adversarios o sobre los periodistas incómodos y sus vicios o los de aquellos que obsesivamente lo confrontan? 

¿Hay que aplaudirlo o condenarlo? 

Mario Alberto Mejía, en su brutal La Quinta Columna del 16 de febrero cuenta lo que no todos los comunicadores quieren oír: “hay periodistas que llevan sexenios haciendo jugosos negocios a la sombra de la Federación, de los gobiernos estatales y municipales. 

“Llevan siempre, a la hora de negociar convenios, y por si se ofrece, algunas carpetas de constructoras o proveedoras de artículos de oficina y hasta papel de baño… Venden de todo: equipos de cómputo, gomas de borrar y cubrebocas”. 

También venden su credibilidad o la dignidad. 

El director general de Hipócrita lector se pregunta si “¿Está mal que el presidente pida información sobre los negocios oscuros de los periodistas o de los familiares de éstos?”. 

Su respuesta fue clara: “No está nada mal”. 

Es un sano ejercicio de transparencia, escribió.

 

*** 

 

Séptimo Acto: La otros dineros  

Ya entrados en el sano ejercicio de la transparencia no es casual que tres de los hombres más ricos de México: Ricardo Salinas Pliego, Emilio Azcárraga Jean y Olegario Vázquez Aldir sean los afortunadísimos concesionarios por parte del Estado de las tres cadenas de televisión privada. 

Obvio que sus fortunas no sólo vienen de ahí, que han sido capaces de diversificar sus negocios en otras áreas: el sistema bancario y financiero, el de las grandes cadenas hoteleras, las de los hospitales privados, el de la venta de electrodomésticos, de motos, de clubes de futbol o hasta de empresas petroleras. 

¿Quién ignora que “sus” medios les sirven de escudo protector para todo lo demás? 

Ellos, como cualquier ciudadano, también tienen intereses.  

Y les gusta el poder. 

La política les da asco, pero se mueven en ella encantados, felices.  

Hasta son consejeros presidenciales.  

 

*** 

 

Octavo Acto: Enemigos íntimos 

La relación perversa entre El Poder y los Medios no es algo que se inauguró en este sexenio. 

Los presidentes siempre han jugado sus cartas y lo han hecho de manera brutal; bestial en algunas ocasiones. 

También lo han sufrido los dueños de los periódicos y revistas (el Estado tuvo entre 1934 y hasta 1989 el monopolio absoluto del papel a través de su empresa Pipsa) y, claro, no olvidar a los siempre dispuestos y generosos concesionarios (aunque se digan dueños) de la radio. 

¿Cuántos de los escandalizados periodistas que hoy se sienten en la mira presidencial, bajo el asedio gubernamental, pidieron en este asunto transparencia … de todas las partes?  

¿Cuántos de los horrorizados periodistas están dispuestos a terminar sus privilegios a cambio de poner fin a esa horrorosa cadena de chantajes que significa la relación Poder y Medios? 

¿Cuántos de los empresarios de los medios de comunicación estarían dispuestos a perder el patrocinio oficial, en metálico y en favores? 

¿Por qué los medios de comunicación, o la gran mayoría de ellos, no podrían sobrevivir sin las dádivas del tirano que los oprime? 

¿Por qué no acabar con el dinero público invertido en propaganda en los medios de comunicación? 

¿Por qué no prohibirlo por ley? 

¿Por qué? 

¿Acaso, otra vez, porque muchos dejarían de existir? 

¿Qué habría de malo en ello?  

 

*** 

 

Noveno Acto: el teatro 

Nadie, salvo el gobierno, quiere a una prensa dócil, domesticada, controlada, pagada por todos los mexicanos con el dinero que sale también de los pobres, de aquellos que no saben leer, de quienes no tienen para un televisor o de aquellos que no pueden comprar unas pilas para su vieja radio porque primero hay que comer. 

El tema del dinero público y sus formas de gastarlo dan para muchos debates más. 

El que reciben los partidos políticos, los asesores y estrategas, las casas encuestadoras y, ahora, con las nuevas herramientas de información: los influencers o las empresas que echan mano de la inteligencia artificial y dedican su tiempo a la programación de los llamados bots en la benditas/malditas redes sociales, por ejemplo. 

 

*** 

 

Décimo acto: el tianguis   

En la oscura relación entre el Poder y los Medios nadie puede ocultar que la información es y ha sido manejada como un mercado: se vende y se compra. 

A lo largo del tiempo las partes han perfeccionado sus métodos para este tipo de transacciones. El resumen es que unos presionan a los otros y viceversa para lograr sus objetivos. 

Los dos muestran sus armas. Unas son pesadísimas, de destrucción masiva, otras de mediano o corto alcance.  

Las dos producen daños: se manipula o se oculta la verdad. 

Y en ese intimidante juego a los métodos gangsteriles de unos se han sumado del otro lado empresas de comunicación y periodistas que son expertos en la extorsión.  

Casos hay muchísimos. Se pueden documentar. 

Que el presidente se defienda o ataque hoy con misiles a la prensa para unos resulta estratégico, para otros la muestra de un gobierno a la deriva, de la peor cara del autoritarismo.  

No está de más recordar en esta trama que en el pasado una investigación periodística puso contra las cuerdas al priista Enrique Peña Nieto y marcó a su sexenio como uno de los más corruptos en la historia reciente: La Casa Blanca. 

Si en el hallazgo periodístico de Latinus hubo manos interesadas cómo dudar entonces que en la de Carmen Aristegui el ahora canciller Marcelo Ebrard jugó un papel fundamental.  

Muchos lo saben. A otros se les olvida, como al presidente. 

 

Epílogo: La condena 

En donde sí no caben los titubeos de ninguna especie es en la repulsa unánime que merece el asesinato de cinco periodistas en lo que va del año. 

El gobierno federal, los estatales y los municipales están obligados a dar con los responsables y llevarlos ante la justicia. 

Pero también deben aplicar todos los protocolos de protección para evitar en el futuro que las amenazas que reciben los comunicadores se conviertan en hechos consumados.  

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