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jueves, noviembre 21, 2024

La invencible

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Hace una semana, camino al trabajo, me lamentaba de no poder asistir a la sesión virtual con Cristina Rivera Garza como parte de las actividades de mi taller de novela. Una hora después me enteré que había ganado el Pulitzer por su libro El invencible verano de Liliana (Random House, 2021) y me lamenté aún más. Tenía una sola pregunta para ella, ¿cómo hacer a un lado el parentesco ante una experiencia tan íntima para poder escribir sobre ello? Por fortuna, mi duda fue la de alguien más y Cristina me respondió horas después, cuando tuve oportunidad de ver la grabación.

La investigación en los recuerdos de Liliana, las entrevistas con amigos y familiares le dio la voz que buscó varias veces sin éxito, dijo la escritora tamaulipeca. Cuando vio sus apuntes, fue como entablar una conversación con ella y supo que más que escribir un libro sobre su duelo, tenía que ser un libro sobre ella, de ella, así que tomó distancia y se convirtió en espectadora. Esa misma investigación que supo esperar treinta años, ahora le otorgó el galardón en la categoría de Memorias o Autobiografía, convirtiéndose en la primera mujer mexicana en obtener el Pulitzer en el rubro literario.

En la charla de hora y media, Cristina habló sobre la escritura y sus procesos creativos. Desde hace veinticinco años, los mismos que tiene como madre, prefiere las mañanas para escribir, “porque lo quieras o no, los hijos dan estructura”. Con unas bellísimas gafas verdes enmarcando sus ojos tristones, mencionó que, en un buen día, alcanza a escribir seiscientas palabras después de tres o cuatro horas frente a la pantalla, “yo no escribo sobre lo que sé, trato de navegar sobre las preguntas insidiosas y constantes sin buscar la respuesta y entender por qué llegué a esa pregunta”. En esa danza macabra, “[escribir] es dejarse llevar e irse acoplando a los materiales con los que estás trabajando, es menos de tener la razón y más de escuchar bien”.

Para Cristina, los libros que valen la pena son los profundamente personales, no por tu relación biográfica, sino por la proximidad con la emoción y experiencia compartida. Si los autores del boom eran aquellos que lo sabían todo e incluso ponían nombre a las cosas, ahora se entiende que la escritura es colectiva, “es el Yo atravesado por muchas fuerzas y estas fuerzas organizadas se convierten en una experiencia contextual e histórica que lo forman. [ser escritor, escritora] es tener vocación por lo incierto y qué tan ducho eres para seguirle la huella”.

Desde una residencia artística en Berlín, Alemania, nos confiesa que está por terminar un libro que le surgió mientras escribía otro. Con una sonrisa cómplice, señaló que comenzó a escribir pequeños textos sobre historias de viaje de sus personajes para explicarse a sí misma los vacíos que sentía en la novela, la primera pues. Al cabo de varias cuartillas, descubrió que el libro estaba ahí, en esos capítulos “no escritos” a los que bautizó como “pequeñas crónicas especulativas” y que asegura, está terminado, o no, porque un texto jamás se termina de escribir.

Cristina Rivera Garza es invencible, imparable, lo mismo lee a Mafe Moscoso que a Revueltas, puede seguir una pista hasta Monterrey o abrir Wikipedia en la comodidad de su casa, puede alejarse para escribir de su hermana Liliana o apropiarse de Pedro Páramo en Mi Rulfo mío de mí (léase en su blog con el mismo título) con ejercicios de escritura no aptos para puristas y lo hace porque entiende la literatura como experimento científico y no como un poder otorgado por los dioses, y no le teme al ChatGPT porque las tecnologías deben estar al servicio del escritor como en su tiempo lo fue la pluma, la máquina de escribir y ahora la computadora.

Cristina mía de mí y suya de ustedes es, además, profesora distinguida y fundadora del doctorado en Escritura Creativa en español en la Universidad de Houston que, para su beneplácito y el de todos, logró consolidar la especialidad con estudiantes becados en las épocas de Trump. Así que vayan a la página de la universidad, queridos hipócritas lectores, y apliquen para disfrutar de unos meses al lado de una grande de nuestros tiempos literarios y de los que vendrán.

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