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jueves, noviembre 21, 2024

Una manita de conquián después del postre (Los debates como espectáculos)

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Escribo estas líneas antes del debate entre los candidatos a la gubernatura de Puebla.

El final es previsible:

Alejandro Armenta, de Morena y aliados, estará concentrado en dar a conocer su programa de gobierno, en tanto que Eduardo Rivera, del PAN y aliados, estará entretenido en desviar los golpes de Fernando Morales, de Movimiento Ciudadano, y en articular dos vías: ofrecer puntos de su proyecto y criticar los gobiernos morenistas en Puebla.

El formato no es lo suficientemente laxo como para asegurar que lo que veremos es lo que quisiéramos ver.

Hace unos días, por ejemplo, vi de un jalón el debate organizado por el diario El Norte —filial de Reforma— con los candidatos a la alcaldía de San Pedro Garza García, el municipio más rico de México.

Los participantes fueron Mauricio “Mau” Fernández, del PAN; Paulina Flores Cantú, de Morena; Lorenia Canavati, de Movimiento Ciudadano, y Vivianne Clariond, abanderada independiente.

La alcaldía la administra un personaje que en su momento trabajó con Jaime Rodríguez, “El Bronco”: Miguel Treviño.

Una vez decepcionado del “Bronco”, renunció al gabinete, y buscó y ganó, con los años, y por la vía independiente, la posición que hoy detenta.

El debate fue como deben ser los debates modernos: con libertad absoluta para cuestionar y replicar al contrario.

Mau Fernández, un empresario brutalmente rico y alcalde en tres ocasiones de San Pedro, generó risas cómplices a lo largo del debate gracias a que acudió al mismo con la personalidad desenfadada que lo mantiene como puntero absoluto en las encuestas.

(Le lleva casi cincuenta puntos de ventaja a su contendiente más cercana).

Paulina Flores, hija del exprocurador Roberto Flores, sorprendió por su frescura, inteligencia y belleza.

Y tanto Clariond como Canavati mostraron con habilidad de qué están hechas.

En suma: fue un debate entre millonarios que aspiran a gobernar la alcaldía más rica de México: ricos jugando conquián después del postre.

He visto cerca de veinte debates en los últimos días.

La mayoría han sido metidos en corsés absurdos por sus organizadores: los organismos electorales.

La ventaja del debate reseñado líneas arriba es que fue organizado por un diario.

Los debates poco influyen en los resultados de los comicios.

Sirven en realidad para ver qué tan bien o mal parados están los candidatos.

Los debates como espectáculos sólo se dan en los presidenciales de Washington o de España.

Y ahora, ya lo vemos, en San Pedro Garza García.

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