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jueves, noviembre 21, 2024

Udlap: Pleito de familia

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El pleito lleva años. 

Aunque se recrudeció de manera brutal en los últimos siete meses. 

Se trata, sí, de un enorme lío de familia. 

La disputa, para ellos, lo vale. 

Están en juego mucho más que los 720 millones de dólares de la Fundación Jenkins que una parte de la familia se llevó de México a paraísos fiscales. 

¿El prestigio? ¿Su orgullo? ¿El honor? 

No, ahora los mueve el dinero. 

Y en su disputa no les importa nada. 

Ni nadie. 

Mucho menos los estudiantes de la Universidad de Las Américas-Puebla, el personal docente o el administrativo. 

Tampoco quienes indirectamente viven o tienen como sustento a la enorme comunidad universitaria: los pequeños comercios de la zona de las Cholulas, San Andrés y San Pedro. 

Los restauranteros, chicos o grandes. 

De quienes tienen locales dedicados al ocio. 

De quienes alquilan un cuarto, un departamento o una casa. 

De los que prestan otros servicios, como lavanderías, changarritos, locales con internet, fotocopiadoras… los comerciantes informales. 

La actividad económica de la región está en una dramática pausa. 

Si la pandemia ha sido cruel con todos ellos, mucho más lo es que un pleito familiar les pase esa enorme factura. 

 

El chantaje 

El pleito familiar de los Jenkins no sólo ha afectado el futuro de los estudiantes locales y foráneos de la Udlap que no saben con claridad cuándo podrán regresar a clases, sino de quienes tienen trámites pendientes. 

Por ejemplo, aquellos que estaban a punto de titularse, o quienes debido a esta disputa están hartos y sólo buscan recoger sus cosas (y papeles) para cambiar de rumbo. 

A estas alturas resulta ridículo que haya quienes quieran culpar de esta crisis al gobierno poblano.  

No cuela. 

Y simplemente no cuela porque lo que ha buscado el gobierno estatal es, llanamente, que se cumpla la ley. 

Justamente lo contrario a lo hecho por la familia Jenkis de Landa y el voraz despacho de abogados que contrató y encabeza Virgilio Rincón Salas. 

El tema está en manos de la autoridad judicial y fiscal del país, pero claro que también en manos del gobierno del Estado que busca que el patrimonio de los universitarios, de la comunidad, de la región, no emigre a otras partes, burle la ley o, simplemente, se esfume. 

¿Qué poblano de bien puede estar en contra del regreso a clases de una de las universidades privadas más prestigiosas del país, considerada incluso con altísimas notas en el extranjero? 

¿Qué poblano de bien quiere que la Udlapse vaya a Jalisco o Aguascalientes? 

¿Qué poblano de bien aceptaría sencillamente que desaparezca? 

No creo que haya ninguno. 

Ni siquiera entre sus competidores. 

Las marchas de estudiantes y personal docente o administrativo y de cientos de prestadores de servicios que, insisto, viven de ellos o son parte fundamental de su sustento, tienen razón de ser sólo si su reclamo es: volver a clases. 

Pero dentro de la ley. 

No a cualquier costo. 

Sin que patronos o funcionarios de la universidad la tuerzan a su beneficio. Sin engaños ni manipulaciones.  

Sin establecer condiciones abusivas o nuevas reglas. 

¿Sabrán quienes marchan por la devolución del magnífico Campus de la Udlap que su antiguo rector Luis Ernesto Derbez es hoy un prófugo de la justicia; que se valió de factureros y empresas fantasmas para hacer negocios personales con el patrimonio de los universitarios?  

¿Por qué nadie pide que se aplique la ley? ¿Por qué en este caso no deberían fincarse responsabilidades? 

Seamos claros: La intromisión de partidos políticos o de intereses particulares en este lío es una canallada. 

Pierden los universitarios, pierde Puebla. 

 

El mundo es una tómbola  

En realidad, la que es una tómbola es la vida. 

Al menos eso es lo que decía la canción de Augusto Algueró y que cantaba la española Marisol desde 1962. 

Del mundo nos llegan noticias inquietantes. 

En Washington, Jake Sullivan, el consejero de Seguridad Nacional de la administración Biden dio un plazo máximo de 48 horas a los más de siete mil estadunidenses que viven en Ucrania para que abandonen el país. 

¿La razón? Está convencido de un inminente ataque masivo ruso contra la capital Kiev antes de que concluyan los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín. 

Los más recientes esfuerzos por detener la intentona del autócrata ruso Vladimir Putin de atacar a Ucrania no habrían tenido ningún éxito.  

A la humillación que sufrió el lunes pasado en su viaje a Moscú el presidente francés Emmanuel Macron se sumó el fracaso de Liz Truss, la canciller de Gran Bretaña, quien a su exigencia de una inmediata desescalada bélica en la frontera con Ucrania recibió como respuesta de su homólogo ruso Serguei Lavrov el silencio. Hielo absoluto.  

Se trató del “diálogo de un mudo con un sordo”, dijo el ministro de Putin. 

El presidente Biden viajó la tarde del viernes a Camp David luego de sostener una conferencia con sus principales aliados: Olaf Sholtz, el canciller de Alemania; Emmanuel Macron, el presidente de Francia; Boris Jhonson, el primer ministro británico; Justin Tradeu, su homólogo canadiense; Mario Draghi, el primer ministro italiano, los presidentes de Polonia, Andrej Duda y de Rumanía, Klaus Ioahannis, además del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg; la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. A todos ellos les dijo que el ataque ruso a Ucrania es inminente.  

 

Teléfono clave 

Hasta el viernes la última esperanza para evitar la guerra y dar paso a una solución pacífica era una llamada telefónica que, en principio, habrían acordado para el sábado los presidentes Joe Biden y Vladimir Putin. 

Si esa llamada no se produce lo que seguirá será nefasto para todos. 

La vida, el mundo, es una tómbola. 

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