En la vida política del país, los debates entre los candidatos a la presidencia de la República empezaron a partir del proceso electoral de 1994, cuando un explosivo orador como Diego Fernández de Cevallos cuestionó a Ernesto Zedillo Ponce de León y de paso al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
Ese debate se dijo lo había ganado Fernández de Cevallos, pero en las elecciones de julio de 1994, perdió en las urnas ante el frio semblante del candidato priista. En ese entonces hubo nueve contendientes y fue la elección que tuvo más candidatos.
En el 2000, cuando Vicente Fox Quezada irrumpe en el escenario electoral, una de sus principales estrategias fue lanzar sus frases provocativas y directas contra el priista Francisco Labastida Ochoa, al que le dijo que era La vestida.
Eran los tiempos del voto útil y del foxismo, quien también diría que en 10 minutos solucionaría el problema de los zapatistas en Chipas.
Fueron seis los que debatieron y por decir algo, hubo buenos debatientes, entre ellos: Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Manuel Camacho Solís y Gilberto Rincón Gallardo, esté último sería quien mejores alternativas hizo. Pero ganaría Vicente Fox.
Con las reformas electorales se afianzaron los debates nacionales, organizados por el INE, que define el número de los debates, formato, moderadores y los detalles técnicos. Que por cierto y hasta la fecha siempre han sido muy grises y sus fallas técnicas no son la novedad.
En las muy cuestionadas y competidas elecciones del 2006, el órgano electoral definió solo dos debates, en el primero, Andrés Manuel López Obrador, no participo, solo lo hicieron Felipe Calderón Hinojosa del PAN, Roberto Madrazo Pintado del PRI, Patricia Mercado y Roberto Campa. Su lugar permaneció vacío.
Para el segundo debate, sí asistió el candidato de la Coalición Por el Bien de Todos, después de haber dejado un espacio que benefició a Calderón Hinojosa. Hubo cinco candidatos y el debate solo se concentró en tres de ellos. Ganaría Calderón Hinojosa, el adversario histórico de siempre de AMLO.
Para el 2012, se agendaron dos debates en mayo y junio en los que participaron Enrique Peña Nieto (PRI), Josefina Vázquez Mota (PAN), Andrés Manuel López Obrador (PRD) y Gabriel Quadri (PANAL). Este último se hizo viral, después de ver de reojo a una edecán con un amplio escote de su vestido.
A pesar de haber exhibido a Enrique Peña Nieto con Carlos Salinas de Gortari, el candidato tricolor ganaría las elecciones ayudado por la explotación de su imagen.
En el 2018, se armaron tres debates públicos, bajo los mismos esquemas, con cuatro contendientes: José Antonio Meade Kuribreña (PRI), Ricardo Anaya Cortés (PAN), Andrés Manuel López Obrador (Morena) y Jaime Rodríguez Calderón (independiente).
López Obrador con todas las condiciones políticas a su favor, volvería a participar en los tres debates con su nuevo partido y después de sus dos intentos, logro posicionarse entre el electorado y obtuvo el triunfo, entre muchos otros factores.
Comenzando el 2024, se han organizado tres debates en donde solo participan tres aspirantes a la presidencia, dos de ellos mujeres: Claudia Sheinbaum (Morena) y Xóchitl Gálvez (PAN), más Jorge Álvarez (MC).
Serán dos en abril y el último en mayo, el primero se ha celebrado bajo los mismos esquemas, que no les han permitido debatir a fondo y confrontarse.
Sin embargo, en este primer escarceo político, ha ganado la candidata de la Coalición Sigamos haciendo Historia.
Conclusión: En las llamadas democracia avanzadas los debates son parte de su normalidad electoral, en España, EU y Francia, por decir algo, las confrontaciones públicas entre candidatos son fuertes, directas, con réplicas y miden sus diferencias partidarias.
En el país los debates públicos, llevan unos 30 años y aun dejan mucho que desear, los formatos requieren cambios de fondo, para que de verdad debatan, presenten propuestas y se confronten políticamente. Y, obvio, alienten la participación cívica de los ciudadanos.
