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jueves, noviembre 21, 2024

La autoridad como modelo ideal y cómo asumir el poder

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En estos días en que la sociedad civil se ve bombardeada de tanta basura electoral sería interesante relacionar los modelos ideales de Max Weber y su relación con la forma de hacer política en México. 

Para empezar, Maquiavelo decía que: “Hacer política es hacer creer”. Quien tenga mayor capacidad para que le crean ejercerá en forma más efectiva el poder, entendiendo a la efectividad como el efecto de dar resultados: si no hay resultados no hay credibilidad ni lealtad de los votantes. Así se cierra el círculo. 

Partiendo de esta premisa, Max Weber aclara que para que se pueda ejercer la autoridad, debe haber alguien que esté dispuesto a obedecer. 

La autoridad es el ejercicio legítimo del mando, esto es, el poder que se le otorga de manera consensuada y normada a quien posee las competencias necesarias para el liderazgo o la toma de decisiones. Siguiendo en este tenor: ser competente implica tener conocimientos, habilidades, actitudes y valores específicos para ejercer el liderazgo. 

Así, Weber maneja tres tipos de autoridad: la autoridad legal o formal, la autoridad tradicional y la autoridad carismática. 

Para ejercer el liderazgo, como ha pasado en México, no es suficiente con tener la autoridad Legal o formal, que deviene de haber ganado las elecciones, haya sido como haya sido. Sea en el gobierno o en cualquier organización pública, privada o social. 

En la autoridad racional-legal se considera que la legitimidad proviene de un orden legal y las leyes que se han promulgado en él.  

Weber definió el orden legal como un sistema en el que las reglas se promulgan y obedecen como legítimas porque están en consonancia con otras leyes sobre cómo pueden promulgarse y cómo deben cumplirse. Además, son aplicadas por un gobierno que monopoliza su promulgación y el uso legítimo de la fuerza física. 

Si la sociedad, en su conjunto, aprueba el ejercicio del poder de cierta manera, entonces el poder se considera “autoridad legítima”. 

Entonces, el instrumento de poder para ejercer la autoridad formal o legal es el nombramiento. 

Por otro lado, la autoridad tradicional implica un liderazgo en el que la autoridad de una organización o un régimen gobernante está ligada en gran medida a la tradición o personalidad. La principal razón del estado de cosas dado es que “siempre ha sido así”.  

Esto es, el instrumento de poder se da a través de los conocimientos o la experiencia. El líder sabe más o tiene mayor experiencia en el ejercicio del poder. Por lo general, este tipo de autoridad se da en los más viejos o experimentados, en cualquier tipo de organización. En estos casos la autoridad tradicional puede ejercer dominio en la autoridad formal. 

En tanto que la autoridad carismática tiene como instrumento de poder: la actitud, la forma de ser. 

Se ejerce, incluso, sin poseer autoridad legal ni autoridad tradicional. Sin tener nombramiento ni tener conocimientos o experiencia.  

El carisma implica seducir, atraer, influir, cautivar, enamorar con la palabra o las acciones, las actitudes etc.,  por ejemplo: la empatía, la asertividad, la iniciativa, la visión, la energía, el entusiasmo, la seguridad en sí mismo, la proactividad, la congruencia, etc. 

Hablando en plata, si un político mexicano, o de cualquier país, quisiera ganar las elecciones necesita considerar estos tipos de autoridad.  

Cabe aclarar que Max Weber habla de modelos ideales, y por lo mismo, el ideal de un gobernante debe tener los tres tipos de autoridad: tener nombramiento, ganado legítimamente en las urnas; tener un plan de gobierno bien definido, estratégico, con principios y; finalmente, tener la capacidad de caerle bien al pueblo, tener el carisma suficiente para que le crean. 

En resumidas cuentas: debe tener el cargo, la experiencia y la aceptación. 

Mi pregunta es:  

¿Quién reúne estos tres tipos de autoridad?   

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