En los tiempos de la posverdad, el mundo de la política la tiene fácil si de engañar se trata.
Un demente como Donald Trump puede convertirse en el presidente del país con el armamento nuclear más poderoso del mundo; un autócrata como Putin puede vender la idea de que es la alternativa a la decadencia de la democracia. O bien, un partido estatal con sospechas de vínculos con el crimen organizado puede hacerse pasar como una víctima de un interés “mezquino” y “macabro”.
Distorsionar deliberadamente la realidad con la finalidad de manipular las creencias o emociones de una sociedad no significa democracia o defensa de principios. Es, sencillamente eso: una manipulación deliberada para influir en la opinión pública.
Es por eso que tergiversar no es lo mismo que argumentar, así como un recurso leguleyo tampoco te da legitimidad.
Para quienes tenemos la desgracia de padecer esta etapa de la política, la realidad no es lo que ocurre sino lo que otro quiere que sea.
Un caso de estudio: Un candidato de un partido como Pacto Social de Integración puede ser señalado en el pasado reciente de ser el violentador de la entonces regidora del PRD Ruth Zárate, pero ahora puede aducir que es víctima de una campaña de desprestigio para dañarlo políticamente por esa causa. Hay fallos judiciales, dice, que lo demuestran.
El asunto es que también hay videos en los que se demuestra cómo, por instrucciones suyas, su tesorero le avienta, en medio de una sesión pública de Cabildo en Tecamachalco, fajos de dinero sobre la mesa a la regidora porque un tribunal le ordenó pagar de inmediato los salarios retenidos inexplicablemente o, bueno, muy explicablemente retenidos debido a que se convirtió en la principal crítica de su administración.
En la era de la posverdad, el video es peccata minuta porque la autoridá ya dijo que no hubo violencia.
La trama se pone más buena en este mundo de la posverdad porque es el mismo sujeto al que el exgobernador Miguel Barbosa Huerta lo señaló de haber impedido la detención de “un importante delincuente” y ofrecer protección al presunto huachicolero Antonio Martínez Fuentes, alias El Toñín, el mismo al que el Ejército mexicano y videos captados lo señalan como el responsable de iniciar la agresión que derivó en el deceso de once personas.
Convenientemente, el fallecimiento del exgobernador zanjó todo el asunto. Aunque en la realidad paralela, el sujeto obtuvo una suspensión definitiva contra su vinculación a proceso.
Otro ejemplo en esta posverdad. Una política puede ser dirigente de un partido estatal fundado por su padre y con el apoyo de un excandidato del PRI ahora detenido por presunto feminicida, y, a la vez, ser militante y legisladora de otro instituto partidistas. ¿El “argumento”? No hay ninguno o ¿acaso alguien lo necesita?
Es la misma legisladora priista y dirigente peseísta la que encabeza una conferencia de prensa después de semanas de que el partido local es exhibido como la muestra evidente de la descomposición política al extremo: vínculos con el crimen organizado, abanderados violentadores, promiscuidad política.
Ella, por si no fuera suficiente, es exhibida por falsear su condición indígena en la comunidad del Molino, en Zacapoaxtla, un sitio en el que nadie dice conocerla, incluido el comisario ejidal responsable de firmar la carta que avala su adscripción y que presentó ante el Instituto Nacional Electoral. (Ella dice que sí lo conoce, pero cuando le preguntan cuál es el nombre de la autoridad ejidal da por terminada la entrevista).
Es interesante que una conferencia de prensa pueda ser el vehículo para la difusión de una posverdad. Lejos ha quedado el debate argumentativo, solo nos queda una narrativa que pretende hacerse pasar por la defensa de principios y limpiarse la cara de tanta porquería.
En esa rueda de prensa, se dijeron perseguidos, vulnerados en su presunción de inocencia, víctimas de estrategias políticas, de extorsionadores de los medios de comunicación e intereses mezquinos y macabros, a pesar de que los hechos están a la vista de todos.
Y, en contra ofensiva y posverdad, tampoco perdieron la oportunidad de sembrar la advertencia que los define de cuerpo completo: Habrá denuncias contra los reporteros que no se sometan a su narrativa.
(Aparece fondo musical: “Sí, sí, sí, yo sí jalo con PSI).