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viernes, noviembre 22, 2024

La fábula de Fernando Morales

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Está dicho que hablar de Fernando Morales Martínez achaparra, y sí, pero de vez en cuando es bueno agacharse un poco y ver qué ocurre entre la chiquillada poblana. 

Dicho personaje de la picaresca poblana admitió, en una charla hace muchos años cuando le apodaban el James Bond, por los autos de lujo que manejaba: “yo no soy Bond, soy hue-vond”.  

Fue en el 2004, cuando en una entrevista que me concedió para Diario Cambio, acusó a la administración de su padre de ser chalupera. Literal respondió cuando se le cuestionó el trabajo de su padre don Melquiades Morales Flores: “los poblanos ya están hartos de los gobiernos chaluperos”.  

En esa fecha, Morales era uno de los principales matraqueros de Mario Marín Torres quien competía por la gubernatura y, por llamar “chalupera” a la administración de su padre, don Melquiades Morales Flores, se le conoció como “el Parri” por cometer parricidio. 

Morales cuando se instaló en Puebla ya tenía padrinos políticos priistas. Era muy cercano a Manlio Fabio Beltrones (don Beltrone), a Roberto Madrazo y a otros tantos de primer nivel. Desde esa época, era criticado en muchos círculos por sus grandes y escandalosas aspiraciones (no siempre políticas). Hizo mucho, muchísimo dinero en aquella época. Volvió constructores a muchos de sus amigos y hasta proveedores de servicios de publicidad para los gobiernos. 

Era enemigo de Rafael Moreno Valle durante el marinismo, pero las cosas cambiaron cuando López Zavala perdió la candidatura a la gubernatura, pues se alió al morenovallismo y poco a poco fue dejando su priismo para convertirse en emecista 

Moreno Valle lo impuso como líder del movimiento naranja y Morales se puso a cantar: “na, na, na, na, na, na”. Era parte de la maquinación para que Martha Erika Alonso llegara arropada por varios partidos a la gubernatura. Con el fallecimiento de la gobernadora y su esposo, el senador, nuestro personaje se quedó sentado ahí. Se hizo de “toda la estructura” (¿?) y nadie lo movió. 

Desde el principio, se apropió de candidaturas. Hubo acusaciones sobre la venta de puestos para elección popular, pero nadie, en eso hay que reconocerlo, nadie pudo quitarlo. ¿Qué ha hecho Morales en ese partido, además de dinero? 

¿Quién sabe? 

Como diputado ha sido totalmente anodino.  

¿Alguien sabe qué ha hecho en la Cámara?  

Yo tampoco. 

En su puesto, solo supo apropiarse de todas las candidaturas posibles y ser el hombre orquesta: diputado local, dirigente de Movimiento Ciudadano, candidato a la gubernatura, la secretaría, el tesorero, quien lava los baños, trapea, cose, da la mamila a los bebés y cobra. Vaya que cobra. Ha usado a ese partido en Puebla como una especie de feudo o califato.  

Recientemente, fue acusado en redes sociales porque supuestamente envió a un grupo de choque para atacar una manifestación de ciclistas en la vía Atlixcáyotl. Versiones que han intentado desmentir los propios militantes de ese partido. 

En fin, ahora ya es parte del Fosfo, fosfo 

Y nadie lo va a mover nunca. 

Lo que llama la atención, es que en todas las encuestas que se han levantado rumbo a la gubernatura, se diga lo que se diga sobre la validez y confiabilidad de esos estudios, aparece en un muy lejano último lugar.  

En uno de tantos sondeos, apareció con un punto porcentual. Eso se interpreta como que solo él votó por él. 

Como diría un famoso poeta de por aquí cerquita (y perdón por robarme su frase, sin su consentimiento): “¡terrible, bebamos!”  

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