La aparición en las encuestas de la vocera presidencial, Liz Vilchis, cimbró a los aspirantes al Charlie Hall.
Los-las-les puso nerviosos.
Vilchis aparece como la fórmula que combina afinidad a Morena con potencial de voto.
Género más cercanía al presidente de la república.
Lealtad discursiva e ideológica a la Cuarta Transformación, su aparición cada miércoles en las mañaneras, la volvió un activo de la disputa por la hegemonía política del obradorismo en el espacio mediático.
Las mañaneras de los miércoles son la escenografía política del relevo generacional.
Pero todavía hay quienes quieren meter un camello por el ojo de una aguja.
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Un viernes 6 de enero, en un restaurante fancy, uno de los aspirantes a la candidatura municipal (but of course), el empresario, intentó crear la percepción de que ya era el Candidato a la presidencia municipal de ciudad gótica.
“El candidato”.
“El elegido”.
“Que nadie se mueva”.
El intento fue muy sencillo. El equipo del aspirante invitó a destacados morenistas, diputados y regidores, militantes de la Cuarta T, y se tomó la foto con ellos.
La moraleja de la foto fue cartesiana.
El equipo del aspirante intentó (infructuosamente ) inducir la opinión de que ya no había vuelta de hoja y que “todo estaba decidido.
La foto circuló en redes sociales y en portadas de medios.
Este modelo de cargada intentó generar la percepción de que ya había humo blanco.
Ese viernes 6 de enero, (¿llegaron los reyes?) se esperaba que el lunes 8 de enero se difundieran los resultados de las encuestas y se pusiera fin a la interna morenista por la capital.
Kaput. Final fatal.
Sin embargo, sucedieron dos acontecimientos políticos que socavaron la cargada inducida, a favor del aspirante empresario.
El domingo una marcha convocó a simpatizantes y militantes de Morena quienes exigieron que la candidatura a la capital no se le diera a un priista recién llegado a Morena.
Entre consignas, desde el Paseo Bravo, los chairos salieron, de nuevo a las calles.
(Desde la chairiza fresa hasta la chairiza proletaria, en un collage contestatario.)
La marcha tenía como propósito mostrar la inconformidad morenista en contra del aspirante recién llegado de la burbuja neoliberal.
Neoliberal no es un adjetivo ameno en plena hegemonía de la Cuarta Transformación. Tampoco es un adjetivo vacío.
La marcha cumplió su objetivo.
La marcha, mostró que el aspirante no tenía la confianza de la militancia de Morena, y que el Candidato inducido no lo era.
La otra noticia, ese mismo 8 de enero, desdibujó la sonrisa de la cargada inducida.
La comisión nacional de elecciones anunció que los resultados de las encuestas en Puebla se darían a conocer hasta marzo.
No había ni hubo ningún “candidato oficial”.
(Lo que en el PRI funcionaba en Morena no. Cuando las estrategias priistas se echan andar en Morena nomás delatan a sus autores.)
Aunque, la ofensiva mediática en contra de la marcha incluyó descalificarla, ningunearla e invisibilizarla, el mensaje de molestia llegó a la cúpula morenista de Cdmx y al equipo de la Doctora.
Estos dos acontecimientos mostraron la fragilidad del tuit del viernes 6 que promocionaba que Morena ya tenía candidato a la capital y que este era un priista.
La tesis que el grupo dominante local sostiene a favor del empresario agrupa lo siguiente:
Ningún morenista puede ganar la ciudad de Puebla.
( Y si ganaron en el 2018 fue pura chiripa.)
- ¡No se preocupen les traemos la solución!
- ¡Les traemos un priista que va a hacer ganar a Morena en la capital!
¡Ya ven que ustedes no saben gobernar!
- “Me la deben, ¡ehh!”
- “No se preocupen, los vamos a incluir. Nomás no la hagan de a tos.”
Poco a poco, la intentona del empresario se ha difuminado.
Un fade-out con Epigmenio Ibarra de productor.
(¿O será de Michael Moore?)
Sus posibilidades de ser candidato al Charlie Hall se esfuman porque las candidaturas en Morena no se obtienen por dedazo. Vbrg. La candidatura a la coordinación estatal.
El empresario tiene el respaldo de la clase política local y de empresarios que lo aprecian.
Es disciplinado y escucha los consejos de marketing político.
Es fluido para comunicarse en entrevistas.
Pero su aparición en Morena fue forzada.
Menospreció a la militancia morenista, a lo largo de los años.
Por ejemplo, el empresario no luchó ni marchó en contra del fraude electoral que sufrió Luis Miguel Barbosa en el 2018.
Tampoco se pronunció en contra de la privatización del agua en Puebla ni ha defendido el proyecto de la Cuarta Transformación o al presidente Andrés Manuel López Obrador.
(Puff. No se trata de ponerse un chalequito guinda, o de creer que si Fuerza por México te postula, ya la hiciste.)
El mejor escenario para esta candidatura es llegar de nuevo al congreso y transitar en los próximos años hacia la Cuarta transformación.
No se puede ser morenista por dedazo instantáneo.
No se puede ser morenista como si se metiera una sopita Maruchan al micro-ondas.
El empresario fue utilizado. O se dejó utilizar. Imaginó una fantasía priista, al empresario lo presentaron como el “salvador” de Morena, y quedó expuesto ante la vorágine morenista cuyas tenazas se conectan al Palacio Nacional y a la oficina de una exactivista universitaria que en los ochenta politizó a su universidad pública, al sur de la ciudad de México, donde la raza habló por el espíritu.