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domingo, noviembre 24, 2024

Dios Conmigo, ¿Quién Contra Mí? (Mi Vecina Contraataca)

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Despierto entre cánticos de Jehová Dios o algo parecido. Lucerito cantando versículos de la Biblia con música de Joan Sebastian: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti, oh, Yahvé? / Si estoy contigo, ya nada quiero en la tierra”. Luego viene una andanada de pasajes del evangelio en la voz de Paty Chapoy y con música de Armando Manzanero (muy en el tono de la canción de Eugenia León que anda promocionando el presidente López Obrador): “Señor, tú eres mi Dios; te exaltaré y alabaré tu nombre porque has hecho maravillas. Desde tiempos antiguos tus planes son fieles y seguros”.

¿De dónde vienen esos mensajes del Más Allá que caen en el Más Acá?, me pregunto aún somnoliento. Veo el reloj. 6:30 de la mañana. A quién se le ocurre poner altavoces para purificar su alma extraviada, me pregunto con voz del payaso Platanito. Y es que las voces de Lucerito y Paty Chapoy llegan hasta mi agnóstica habitación como agua bendita en el cuerpo de la Bestia, que así también llama la Biblia a Satanás.

Me levanto furioso tratando de ubicar el epicentro del festín evangélico. Salgo al jardín y descubro a la culpable. Es mi vecina. La muy Madre Teresa colocó un altavoz para exhibir las contradicciones entre su éxtasis espiritual y mi vida mundana.

Justo cuando Paty Chapoy lee los pasajes de Jesús Cristo en la Última Cena (con música de Bebo Silvetti), mi ADN anticlerical lanza un aullido.

Saco una escalera, y me dispongo a apedrear el altavoz a quinientos metros de distancia. Justo en ese momento, mi vecina —doña Cuca— le dice a su infeliz esposo que se hinque. Imagino una escena sexual. Error. Lo hinca simplemente para hacerlo orar. Tengo una Epifanía. Veo al ejército de Jehová Dios entrando a mi jardín encabezado por un personaje muy parecido a Judas Iscariote. Invaden mi territorio, me someten, me hacen tragar una hostia y me ponen a rezar el clásico “Detente enemigo, el corazón de Jesús está conmigo”.

Regreso de mi Epifanía y escucho al vecino rezar el consabido Dios te salve, María, seguido del Ave María, Madre de Dios, ruega, señora, por nosotros.

Bajo de la escalera y dejo intocado el altavoz. Entonces me siento en el jardín en flor de loto y disfruto conmovido a Paty Chapoy narrando con voz de María Santísima los primeros años de Jesús Cristo en Egipto y la famosa escena en la que aparece María Magdalena.

Cancelo la cita que tenía con una pecadora y me elevo en una nueva Epifanía al son de la música de Bebu Silvetti.

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