Gaby Bonilla es todo esto del gobernador Sergio Salomón: esposa, cómplice, compañera, consejera, cruz egipcia…
Cuando estaban por casarse en la emblemática ciudad de Tepeaca, Sergio Salomón le prometió que juntos, en el matrimonio, se llenarían de luces.
Y vino otra promesa: la de construir un hogar cálido, feliz: una habitación propia bañada por el calor de sus futuras hijas.
Gaby venía de enfrentar un conflicto severo alimentado por la mezquindad de un grupo de malas personas.
Y en ese mar de dudas y de pequeños, inevitables, quebrantos, aparecieron la solidaridad y el ofrecimiento de matrimonio.
Las vidas de ambos cambiaron.
Las luces prometidas no han dejado de llegar desde entonces.
Todo esto explica la vocación de quien hoy es presidenta del sistema estatal DIF.
Explica, también, la pasión por ayudar y escuchar a los que menos tienen.
Este miércoles, Gaby Bonilla rendirá su primer informe al frente del DIF.
Un año ha pasado desde que rindió protesta en el Centro Expositor.
Al día siguiente de hacerlo, inició una cruzada que no cesa.
Recurro a unas brillantes líneas que la retratan brutalmente.
Su autora es Alejandra Gómez Macchia, quien fue testigo de la entrega de Gaby el día que la acompañó a una gira:
“Servir es uno de los verbos más bellos y útiles que existen porque tiene todo que ver con ponerse en acción. Y eso es justamente lo que Gaby ha hecho, no sólo desde que llegó a la presidencia honorífica del DIF estatal, sino desde que era esa niña a la que sus abuelos le inculcaron dicho valor.
“Sus días se han vuelto más vertiginosos a partir de que su esposo, Sergio Salomón, se convirtió en gobernador de Puebla, sin embargo, ese músculo ya venía entrenado en los oficios de repartir bienestar; en el Club de rotarios de Tepeaca y en sus temporadas dentro de los voluntariados.
“El DIF es el órgano más sensible de los gobiernos. No se puede llegar ahí sin tener un corazón fuerte y un puño firme y valiente, pero tampoco sin el temple que se requiere para convivir con el dolor más profundo; el maltrato y el abandono en la infancia.
“Gaby es madre de tres hijas carnales, pero desde el momento en el que asumió su cargo su familia se multiplicó por trescientos.
“Se le ve llegar a las casas de asistencia con alegría, el único antídoto eficaz contra la violencia.
“No es fácil enfrentarse con una realidad tan dura; niñas que son madres de niños, menores violentados que detonan cuando el recuerdo de las horas más oscuras los asalta. Adolescentes que llevan años esperando una familia que les dé hogar.
“Jóvenes con sueños y talentos que muchas veces se han visto truncados por la arrogancia y el mal manejo de las instituciones.
“Para Gaby esas vidas son tan importantes como las que ha guiado en casa.
“La pérdida de un ser querido a temprana edad de alguna u otra manera se convirtió en un vínculo con los pequeños de la casa de la niñez.
“Su sonrisa cálida y sincera es un imán con los pequeños que esperan su llegada cada semana.
“Ser niños no les extirpa el criterio; la infancia es la inteligencia más difícil de burlar, y ellos saben a quién darle su confianza.
“Gaby es una gran gestora porque sabe que el apoyo que se requiere ahí dentro no debe provenir de intereses políticos ni sentimientos mezquinos; siempre hará falta algo en estos espacios: más manos, más ojos, más firmeza y profesionalismo para sanar las heridas del alma.
“Es la primera en llegar, la última en irse, y su ritmo es una danza a contratiempo porque la gestión será relativamente breve.
“Su encomienda trastoca y es capaz de transformar los dos puntos más delicados de la vida humana; la niñez y la vejez.
“(…) La real academia cada año pone en votación una terna de palabras para elegir la más bella fonéticamente hablando, pero que también contenga y dote de una imagen poderosa al vocablo. Hace tres años la palabra ganadora fue un verbo: apapachar, que curiosamente no es una palabra en castellano, sino en náhuatl, y significa abrazar con el alma.
“Y es eso lo que hace Gaby Bonilla cada día con aquellos que más lo necesitan”.