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jueves, noviembre 21, 2024

La base que se convirtió en Clase Política

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Recientemente, la disputa interna en Morena Puebla por la candidatura a la alcaldía de la capital del estado ha generado impresiones diversas que tienden a formularse de manera problemática.  

Han emergido protestas y voces inconformes, algunas con legitimidad, otras no tanto, en el sentido de que la candidatura debe recaer en un “auténtico representante obradorista”, en “alguien de la base”. Señalando con desprecio el oportunismo de perfiles que recién se integran al Movimiento de Regeneración Nacional. 

Ante la pregunta expresa hacia algún sector de esas voces, sobre quién debe encabezar el proyecto municipal, se limitan a la mención de dos o tres perfiles. Perfiles que ya han tenido experiencia administrativa o legislativa.  

Reiterando cual mantra el argumento de que la candidatura debe ser para un “puro”, para un “moreno de cepa”. O bien llamados militantes de base.  

Los escasos cuadros que ya se han profesionalizado en la labor política, —que no administrativa— y vislumbran sus aspiraciones electorales como meritorias e impostergables. 

Es difícil desacostumbrarse al ritmo de vida que posibilita el erario y al fuero social que cual ego absorbente, se abraza a las espaldas de estos; gritándoles lo indispensable que son, lo mucho que los necesita el movimiento y lo afortunados que son los militantes en tener a tan dignos representantes.  

Esa voz sarcástica, en forma de conciencia, les juega tramposamente en contra.  

No se dan cuenta de que están lejos, muy lejos, de ser base militante.  

¿Cómo podría ser base quien vive y disfruta en los entornos de la clase política?  

¿Cómo podrían ser base quienes comen en las mismas vajillas de los “arribistas” que tanto critican? 

¿Cómo podrían ser base quienes aprendieron más pronto a pedir un buen corte de carne y a llamar con fraternidad a los capitanes de los restaurantes más glamurosos, antes de aprender a gobernar con cercanía? 

¿Cómo podrían ser base quienes tuvieron una responsabilidad gubernamental y con ella la oportunidad de integrar a los auténticos morenistas de base a su gestión y no lo hicieron? 

La elección venidera será definitoria en cuanto a la fuerza electoral que Morena consolide para la construcción del segundo piso de la transformación. Con ello, se necesita acrecentar el número de escaños y recuperar posiciones que durante el 2018 se conquistaron y en 2021 se perdieron. El plan C es sinónimo de votos.  

Justo con votos se gana una elección. 

Dentro de los testimonios bastos del presidente López Obrador, se encuentra un pasaje, a unos días de la elección presidencial del año 2006. Elba Esther Gordillo en su carácter de líder sindical, apeló a una alianza política con el presidente López Obrador para sumar esfuerzos y derrotar al expresidente Felipe Calderón.  

Esa alianza no se consumó.  

Los votos que no sumaron a AMLO se fueron para Calderón, dándole el triunfo en el aparatoso fraude electoral.  

El presidente concibió con el tiempo que en política es indispensable la suma de voluntades. Incluso, en su conferencia mañanera ha repetido que la política “se hace con mujeres y hombres, no con santos; la política no es maniquea, no es de buenos y malos, la política tiene que ver con circunstancias”. 

Las circunstancias hoy hacen que la inclusión plural y apertura absoluta sea una necesidad. 

Lo sabe el presidente López Obrador; lo sabe la doctora Claudia Sheinbaum y lo sabe el senador Alejandro Armenta. 

Mientras tanto, quienes se presentan como militantes de la base y forman ya parte de la Clase Política, deberían reformular sus endebles argumentos. 

Citando a un argentino latinoamericano, auténtico símbolo de la izquierda en el mundo: 

La Revolución se lleva en el corazón para morir por ella y no en la boca para vivir de ella”. 

Que los farsantes dejen de vivir de la revolución y abonen a la transformación.  

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