A diferencia de los ámbitos locales, Claudia Sheinbaum está pidiendo una expiación a los priistas que abandonen el barco, próximo a su desaparición y uno que otro del PRD. Es decir, son recibidos, pero a través de un acto, por lo menos simbólico, para desvincularse del partido y atacar a la coalición opositora. Todo esto, sin garantías de tener un espacio, candidatura, embajada o algún tipo de canonjía, es cuando menos en apariencia un acto de fe.
Andrés Manuel López Obrador, en 2017, realizó un acto semejante, ya que convocó en la Ciudad de México y diferentes entidades a la firma de un acuerdo por la transformación con actores que se incorporaron a Morena, previó a la elección. De tal forma se integraron el senador Alejandro Armenta, Fernando Manzanilla, Guillermo Arechiga, etcétera.
Sin embargo, en nuestra entidad la expiación priista que han exigido consistentemente el presidente Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum no ha sucedido y, al contrario, cargos de primerísimo nivel se les han otorgado.
Y ahora, en el preámbulo de la elección federal se especulan nombres que podrían ocupar candidaturas a alcaldías, diputaciones federales y locales, que por decir lo menos, son impresentables, y que, para colmo, no han tenido su merecida expiación, vaya ¡ni siquiera han renunciado a su militancia priista!
Es decir, para Obrador como para Sheinbaum es importante que haya un desmarcamiento del pasado, un mea culpa que los bautice como nuevos miembros de la Cuarta Transformación, y ya iniciados, deben mostrar algo de mérito, cuando menos en apariencia, para eventualmente aspirar a un cargo público, y no al contrario.
La ruta poblana, sin expiación priista, es por lo demás compleja y contradictoria. Pongamos un ejemplo, en Puebla capital hay un aspirante que no se ha desmarcado de su pasado y trayectoria, ni siquiera emitido una tenue crítica a quienes en su momento sirvió como recaudador, cómplice y socio, pero aun así aspira a ocupar un cargo de primerísimo nivel. Este caso se repite en la Sierra Norte con Guadalupe Vargas, en la Mixteca con Isabel Merlo y, lamentablemente, un largo etcétera.