Eduardo Rivera Pérez se irá como precandidato de la alianza Mejor Rumbo para Puebla (PAN-PRI-PRD-PSI) y dejará un ayuntamiento sumido en una guerra civil que amenaza con poner en riesgo su propia candidatura. Vayamos por partes. A estas alturas ya no importa quién quede al frente del gobierno municipal (Adán Domínguez Sánchez, Alejandro Cañedo Priesca o Carlos Montiel Solana) ya que las diferencias se ahondaron -todavía más- en la puja por la elección del sucesor. A nadie dejará contento la decisión que tome el munícipe y quien quede se enfrentará al boicot sistemático del resto de los equipos, a pesar de que puedan formar bloques o alianzas para contrarrestar el poderío de otros. En este escenario, es más fácil que Adán Domínguez y Carlos Montiel lleguen a un acuerdo, ya que detrás de Alejandro Cañedo se encuentra la familia Arrubarrena García, quienes detestan al gerente municipal y controlan el Cabildo de Puebla, algo que tiene muy enojado al segundo, mejor conocido como un eficiente vendedor de cables que cobra como coordinador de los regidores. Un punto que no debe perderse de vista es que el movimiento que realice Rivera Pérez también afectará al reacomodo que actualmente vive la Organización Nacional del Yunque. Si los Arrubarrena o los Montiel se quedaran con la joya de la corona -al menos un año- eso impactaría negativamente en la influencia política del edil en la cofradía, la UPAEP y el PAN. En ese sentido, Adán Domínguez no representa un peligro para el edil y, por el contrario, le permitiría mantener su coto de poder y un cierto nivel de control en otras áreas. Esta división al interior del Ayuntamiento de Puebla -todo indica es irresoluble- amenaza con afectar seriamente la candidatura de Rivera Pérez debido a que corre riesgo de que pierda el control total de la Comuna, que una familia custodia del PAN se haga del poder y, al final de cuentas, termine pactando con ellos desde una posición de desventaja. Ese es el verdadero peligro que Eduardo Rivera tiene en su relevo. Pero, insistimos, cualquier de la terna que sea ungido como el sucesor no tendrá un escenario halagüeño debido a que, si con el alcalde no tuvieron empacho en frenar su lucha intestina, ahora que no haya nadie que los meta en cintura todo terminará por desbordarse.