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viernes, noviembre 22, 2024

Señales brutales antes del destape

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Llegó el día del destape en cámara lenta.

Entre las 11 y las 18 horas, en un lugar de Polanco —de cuyo nombre no quiero acordarme—, 72 aspirantes de ocho estados y una Ciudad de México arribarán con las esperanzas puestas en el mismo número de candidaturas, pero sólo 9 saldrán felices, plenos, brutalmente impactados por sus nuevas realidades.

63, en cambio, tratarán de aterrizar y traducir el mensaje que les envió este jueves, a través de la Mañanera, el presidente López Obrador: que la política es un noble oficio y que no hay nada como servir al pueblo, y que el que haga rabietas y busque salidas en falso a su ambición sólo será movido por la politiquería.

Durante la madrugada, por cierto, empezó la danza del presupuesto 2024.

Fue una larga noche que concluyó a las 6:22 de la mañana con la aprobación del mismo, cosa que puso “Contentísimo, muy contento” al presidente.

El hipócrita lector recordará que una primera fecha para dichos destapes en cámara lenta había sido el lunes 30 de octubre, pero la discusión del presupuesto —que estuvo a cargo del diputado Ignacio Mier, líder de la bancada de Morena en San Lázaro— terminó por mover las fechas.

El cálculo presidencial fue impecable.

Y es que apostó que su aprobación estuviera lista a más tardar el 9 de noviembre en aras de dar pie al dedazo en cámara vertiginosamente lenta.

Primero el 1, luego el 2, suele decir el presidente.

Y en efecto: dicho ejercicio legislativo era lo que se dice prioritario.

Ignacio Mier, pues, estuvo metido de cabeza —más que concentrado— en uno de los encargos épicos más importantes del presidente.

Y es que sin presupuesto, no hay programas sociales ni obras públicas.

Regresemos a lo que ocurrirá, pues, en un lugar de Polanco.

Los nueve elegidos tendrán que empezar a operar una microcirugía con el resto de los contendientes, pues la unidad será la clave de lo que viene.

La duda mata.

¿Habrá rabietas?

Por supuesto.

Son previsibles.

Y algo más: amagos de irse a otros partidos.

Politiquería, diría el presidente, quien este jueves se burló de aquellos que hacen juramentos de lealtad que rompen a los diez minutos.

Una escena marcará la trama de la sucesión que vivimos: el rostro del senador Alejandro Armenta cuando este miércoles escuchó a Eduardo Ramírez, líder del Senado, hablar de congruencia y unidad.

(No me iré de Morena si no ganó la candidatura chiapaneca, dijo enfático).

Y todo frente a Mario Delgado, presidente nacional de ese partido.

La escena fue inolvidable por las miradas lanzadas al vacío de quien tendrá que refrendar esos lazos en aras de no encajar en las definiciones que en la Mañanera ofreció el presidente.

Por lo pronto, la tarde de este jueves, el senador Armenta ofreció una comida a la prensa local en Casa Reina.

Una frase suya, muy en el estilo de la del líder del Senado, quedó grabada:

“Sea cual sea el resultado, yo iré con Claudia Sheinbaum hasta el final”.

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