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sábado, noviembre 23, 2024

Uno siempre muere en el futuro

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En la antigüedad, los monjes ponían detrás de su cama un esqueleto humano como recordatorio de la muerte. Ahora no necesitamos de esos muertos-centinela para sentir su vaho, cada noche, muy cerca. 

Los así llamado ídolos de nuestra generación nos abandonan todos los días. En unos casos da temor, y en otros morbos, abrir la computadora o verificar los timelines de las diferentes redes sociales, para verificar que, por hoy, no ha habido más bajas que lamentar… como si los personajes fueran nuestros allegados. 

Cada año es un panteón. Gente que se muere por causas naturales (vejez, le llaman) asesinados o suicidas.  

A veces magino las muertes del futuro (teniendo en cuenta que el futuro es casi ya, pero digamos que un poco más lejano el tema). Imagino dispositivo del futuro que se enciende al mismo tiempo en el que el individuo abre el ojo. No sé cómo podrá llamarse ese dispositivo, pero su función es la misma que hoy tienen los teléfonos inteligentes. Con él, con el dispositivo ultradelgado y volador, se puede hablar por teléfono (que es la aplicación más remota del aparato) consultar internet, redes, chatear con vivos, muertos y hologramas. Se puede también utilizar como mayordomo; abre puertas y ventanas con un comando de voz… 

El dispositivo también puede hacer las veces de un buen amante. Finalmente, para hacer el amor muchas veces no hace falta un sujeto que duerma junto. No, para tener sexo lo más importante es la imaginación. Y este dispositivo ofrece muchos menús para esos fines. 

Veo ese futuro en el que los chavos que hoy idolatran a Justin Bieber y Miley Cyrus (y a varios reguetoneros), activando sus dispositivos para, después de repasar el estado del tiempo, enterarse que Justin o Miley o un tal Maluma han muerto. 

El esqueleto detrás de la cama se ríe junto a ellos porque llevaban años sin escuchar una sola noticia de esos “cantantes” que hicieron las delicias en su niñez. 

¿Hace cuántas décadas que ese canadiense anodino despareció de los charts? ¿Hace cuánto que ningún pasquín de escándalos mencionaba a la chica rubia cuyo mayor talento era enseñar la lengua y restregarle el culo a sus coristas? 

Nuestros niños que en ese futuro son ya padres de otros chicos, dejarán pasar ese tipo de notas y no postearán tres días seguidos los videos o las entrevistas de Justin ni de Miley. No lo harán porque tampoco recuerdan bien cómo iban sus canciones. Desaparecieron hace tanto y desde entonces han salido, cada año, nuevos ídolos exprés… 

La moda en ese futuro es que ya no hay modas. Buenos artistas hay, por supuesto. Muchos jóvenes curiosos siguen ejecutando instrumentos tradicionales con maestría y surgieron otros más que los mezclan con nuevos artefactos que los geniecillos de la época han aportado al campo de la tecnología. 

Allá, en el futuro, los muy viejos (que somos nosotros) sufrimos para adaptarnos a esos dispositivos que no necesitan ser tomados del buró por nuestras manos porque se encienden cuando se reactiva la conciencia despierta. 

Si para nuestros padres fue una monserga acostumbrarse a los iPhones y al lenguaje de los emoticones y los hashtags, para nosotros será aún más complicado aprender ese nuevo lenguaje. No sólo porque estamos acostumbrados a la paranoia de las claves de acceso y a cuidar que el equipo no se nos olvide en una mesa. La seguridad en esos aparatos es increíble porque sólo el que lo posee puede activarlos. 

Aun así, los que consigamos ajustarnos a esa tecnología, seguiremos llorando a nuestros ídolos muertos hace siglos y decenas de años. 

Los muchachos verán con ternura los sitios especializados para viejos nostálgicos. Una página obsoleta (azul y blanco) que se llama Facebook, donde la gente “pega” notas de páginas aún más rudimentarias llamadas periódicos. ¡Qué cosa! 

Es 2045 y en el Facebook de algún anciano con Alzheimer aparece la foto de un tal Justin Bieber en calzones Calvin Klein. El niñato canadiense que enloqueció a la generación del 10 (2010) murió al ser atropellado por su máquina-sirvienta, quien limpiaba con denuedo los vómitos nocturnos de su amo. 

O qué tal esta otra noticia: “El cuerpo de una ex estrella del pop, llamada Miley Cyrus, fue hallado en la zona de cuerpos inútiles que utilizan los estudiantes de medicina para analizar los efectos de la yumbina en personas de la tercera edad. Su cuello presentaba signos de tortura. Al parece fue estrangulada con su propia lengua”. 

Pienso en las muertes que vienen. No las que nos seguirán doliendo a nosotros, los babyboomers, los “x”, los niños índigos, méndigos y Millenials. 

¿Quiénes serán los “grandes héroes” por los que las próximas generaciones lloren? 

Será necesario volver a poner junto a la cama un esqueleto, como lo hacían los monjes de la antigüedad, para recordarles no que existe la muerte, sino que ellos siguen vivos.  

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