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jueves, noviembre 21, 2024

¿Perros o hijos?

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Egoístas.

Eso dice el Papa Francisco sobre las personas, hombres y mujeres, que ya no quieren ser padres y prefieren tener perros o gatos.

Lo que parece olvidar el primer habitante de El Vaticano, es que el mundo está ya lo suficientemente lleno, y no precisamente de ciudadanos ejemplares.

En la serie documental que estrenó hace unos días Netflix, en donde él es el pretexto para hablar de amor, sueños y empatía, el papa Pancho aparece a cuadro explorando esos temas, sentado, obviamente, en una comodísima sala vacía con apenas unos camarógrafos con cubrebocas.

¿En verdad es un acto de egoísmo negarse a procrear?

Si bien es cierto que la experiencia de la paternidad (maternidad) es la principal causa por la cual nuestra especia no se ha extinguido, el ser humano siempre ha dado muestras clarísimas de merecer su erradicación, pero no nos pongamos tan pesimistas.

Francisco repite en varios capítulos de la serie que el respeto es una de las más altas formas del amor. No lo dice así, literalmente, mas lo da a entender. Entonces, ¿qué pasa ahí? ¿Por qué venderse a veces como un pontífice progre y a veces retrocede para ser un Torquemada?

En el documental, cuyo hilo conductor es la sabiduría que le otorga el viejo al joven, aparece, por ejemplo, Martin Scorsese siendo entrevistado por su hija más joven.

El cineasta puede hacer lo que quiera y decir lo que mejor le venga en gana y aparecer en un serial que ayude al rescate de una institución tan caduca como el catolicismo porque nos ha regalado películas maravillosas.

Así, vemos a un Scorsese templado, melancólico, y si se quiere ver de otra manera, hasta arrepentido.

Recordemos que el programa es una plataforma para hacer lucir al máximo guía de la religión católica, que año tras años pierde adeptos debido a los crímenes cometidos por sus palomas mensajeras y, como añadidura, las omisiones en las que han caído desde su fundación.

En lo personal, el papa Francisco no es santo de mi devoción, por populista e incongruente.

Sin embargo, no debemos subestimar la influencia que todavía ejerce sobre millones de adeptos culposos que aun creen en pecados, limbos e infiernitos.

Cada declaración de este hombre genera ruido y marca agenda, por lo menos en las conversaciones.

Condenar a alguien por no querer ser padre, desde una posición tan absurda como es el sacerdocio, es doblemente condenable.

Y si bien es cierto también que es otra forma de crueldad humanizar al animal a tal grado de vestirlo, ponerle zapatos y despertarles el instinto del chantaje, el único beneficio que yo le veo a tener perros en vez de hijos, es que se reduce considerablemente el advenimiento de una nueva legión de parásitos que no saben qué hacer con eso que Dios les manda a hacer y que, por más que se encomienden a él, no llegan a conseguir.

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