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viernes, noviembre 22, 2024

Birkin, bolsa y mujer

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Meta es una preposición en griego que significa después o más allá. 

Llegamos, al fin, a donde nuestros sueños o algún viaje de hongos alguna vez nos llevaron. 

Yo sueño mucho y siempre me acuerdo. Sueño casi capítulos completos de novela. Creo que para este momento de mi vida he soñado ya mis obras completas. 

A veces despierto y trato de anotar algunos pasajes que me parecen reveladores, cuanto no geniales, sin embargo, cuando me espabilo, esas ideas van perdiendo brillo, potencia, valor, y arranco la hoja. Son mierda pura imposible de incorporar siquiera a un cuento de ciencia ficción. 

Descubrí la palabra Metaverso hace poco, al preguntarme cuándo iría a cambiar definitivamente el nombre de Facebook a Meta. Así de interesantes mis meditaciones matutinas durante la pandemia. Y no fue sino hasta ayer que, tras pasar horas perdiendo el tiempo en Tiktok, vi un videíto en donde una chava que da reseñas de moda hizo una historia sobre las MetaBirkins. 

Las Birkins, para quien no sepa, son las bolsas más caras del mundo, fabricadas por Hermés. Esas que tenía Inés Gómez Mont como si fueran bolsas de yute para el mercado o las que presume con descaro la esposa de Cristiano Ronaldo en sus jets privados.  

Pero Birkin antes de ser una bolsa era una dama. Jane Birkin. Modelo francesa que falleció el pasado 16 de julio. Esposa de Serge Gainsburg y mamá de la indescifrable y maravillosa actriz y cantante Charlotte Gainsburg, musa, a su vez, de Lars Von Trier.  

La reseña en Tiktok hablaba de esas Birkin, las MetaBirkin y la demanda que interpuso la casa Hermés contra el creador de esta interpretación de la bolsa, pero ahora en versión peluche.  

Sin embargo, no había captado bien que esas bolsas horrorosas de peluche no existen, no son bolsas de peluche reales; son una “obra de arte” de un sujeto que se lo pasa horas masturbando su cerebro en la computadora, inventando cosas inexistentes en mundos virtuales: en el Metaverso, por eso se llaman MetaBirkins. 

Al comentario de la reseñista tiktokera se le añade algo interesante que no pude comprender del todo: este meta artista vendió sus meta bolsas en cientos de miles de dólares. Cientos de miles no es tan exagerado si tenemos en cuenta que, en el mundo real, y no en el Metaverso, ya existen imbéciles que han pagado hasta 2 millones de dólares por una Birkin Real. 

El hije (así con e) de Magic Johnson es uno de los más grandes coleccionistas de estas bolsas que, por cierto, son de lo más pesado e incómodo que hay. 

El caso es que después de ver la reseña me quedé dormida. Luego desperté y me fui a investigar más sobre el Metaverso. El Metaverso que va a administrar Zuckerberg, es más que una plataforma para perder el tiempo aplastadote en tu cama, como ahora. Es literalmente una experiencia inmersiva por la que puedes entrar a un mundo paralelo: casas con paredes que no se descarapelan, calles sin baches, tiendas donde comprar Metabirkins, puteros para comprar Metaamor, gente real deambulando por un mundo irreal, arboles imperecederos, etcétera. El viejo sueño de aquellos que fantaseaban con que la tele de bulbos fuera rascahuele, o algo así. 

¿Qué pasará con el Metaverso?, pienso mientras sorbo mi café y escucho uno de los últimos gallos reales que existen antes de que los gallos sean metagallos. 

Ya hemos tenido aproximaciones arcaicas con los avatares y los pokemones que hay que buscar y capturar con el teléfono, pero ahora esos pokemones y esos avatares vivirán en un mundo parecido al nuestro. 

No hay que temer a lo inevitable. Ahorita nos horroriza la idea de la deshumanización, de la entronización de lo virtual sobre lo físico, aunque pensándolo bien, solamente cambiaría la resolución y le pixelaje del escenario, pues nuestra cabeza seguirá siendo un conglomerado de sesos y terminales nerviosas de carne, sangre y líquidos varios. Dentro o fuera seguiremos teniendo el albedrío para seguir siendo cretinos o medianamente locuaces, a menos que el Metaverso vaya más allá hasta que llegue al punto de modificar los instintos y se pueda comprar o vender metaneuronas. 

Lo que sí creo es que el arte va que vuela para allá. Los nuevos creadores ya viven en ese después de… y venden esculturas invisibles y cosas por el estilo. 

Así que, si usted no es como el hijo de Magic Johnson o la Gómez Mont, puede ya acceder a una MetaBirkin para presumir en sus redes sociales y ser la envidia de las amiguis. 

Yo por mi parte lo primero que haré en el Metaverso será buscarme una casa modesta, lejos de la Metagente para ver si allá si consigo que se entiendan los metatextos que escribo. O igual y ya no insisto en ser escritora y me dedico a las Metaventas de algún producto que sólo exista ahí dentro. 

Ojalá que en ese universo no existen los Metaimpuestos; porque de ser así todo habrá valido gorro, como cuando despierto y al pasar de las horas descubro que mis sueños son una basura inservible. 

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