En esta columna no pretendo hacer spoilers de una de las series más exitosas en los últimos tiempos de HBOMAX, Succession, sino un análisis comparativo –ficticio– entre lo que sucede en la serie, con lo que sucede en México en el contexto de la sucesión presidencial de 2024.
En ambas tramas hay un gran protagonista, Andrés Manuel López Obrador y Logan Roy, que se enfrentan a dejar próximamente el poder, uno por un plazo constitucional y otro por un ciclo peor, el de la vida; conocen perfectamente a su gremio y han alcanzado la máxima posición posible, se encuentran en el clímax de su carrera profesional, y a pesar de que sus días al frente están contados, no ceden ni un milímetro de su poder, pues saben, que ninguno de sus posibles sucesores “corcholatas” harán el trabajo igual que ellos, trabajo al que, por si fuera poco, han dedicado toda su vida.
Sus hijos, son sus criaturas políticas, frutos de diversas batallas en su vida y aunque le guardan lealtad en todo momento, tienen perspectivas diferentes de la empresa, o del país; se han alejado algunos capítulos, pero regresan, hacen excelsos trabajos y se vuelven a alejar, su relación es tan compleja que más que empleados o hijos, quieren ser considerados socios, aliados y como fin último: herederos de su legado. Sin embargo, ese papel solo puede ser para una persona, la mayoría tendrá que perder.
Quienes están envueltos en esta disputa, son hermanos, reconocen su talento y aunque en ocasiones se quieran sacar los ojos, saben que un buen acuerdo hace posible la paz, o cuando menos, reducen un conflicto a insignificantes patadas debajo de la mesa.
Alrededor de ellos hay personajes con mucha experiencia, con trayectoria y capacidad probada, algunos se han abierto paso como zalameros y otros por mérito propio. Estos personajes reflejan la necesidad de un relevo generacional, en ambas historias, los conflictos de identidad en torno al género, la raza y los nuevos dilemas de la sociedad son prácticamente inteligibles para los personajes de edad más avanzada.
También hay otras empresas, chiquitas, que piden más de lo que valen, más de lo que representan y más de lo que aportan, pero que son necesarias en las negociaciones, de una u otra forma dan sazón a la trama, son historias de descanso para no aburrir al espectador.
Hay dos marcadas diferencias. En tanto que los adversarios de Logan Roy son implacables, complejos, innovadores y peligrosos, los de AMLO, por decir lo menos, son bofos y aún no han despabilado. Finalmente, mientras que Logan Roy dirige una empresa supranacional de medios de comunicación, AMLO dirige un país, sus motivaciones son diferentes y si pudieran coexistir simplemente: se detestarían.
Ángel custodio
Hay una dinámica que está dañando la institucionalidad del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena): los aspirantes a la presidencia y a las 9 gubernaturas están construyendo en torno a su persona; ya sea por su carisma o por su oficio político, sin embargo, nada de eso se traduce en por lo menos un Comité de estructura para el Partido ¿en qué podrá terminar tanta estructura y esfuerzos organizativos?